Desarrollo Personal y Cambio Cultural 22
El Yo Integrador y las grandes Antinomias 3
La ecología ha pasado, de ser una ciencia de la
relación del ser vivo con el entorno, a constituir un movimiento sociocultural
con presencia en la arena política contingente y a empezar a convertirse en la
inspiración de una nueva mirada a la cultura, al ser humano y a la realidad
como un todo.
La relación
individuo‑los otros y lo otro, desde el yo integrador, necesita ampliar la
visión del campo de la ecología. Hay puentes de sentido transitando entre la
ecología de la contingencia política y la vida cotidiana, el enfoque
paradigmático de conjunto y las vertientes personales, subjetivas, de la
ecología. Esta ecología de las ópticas epistemológicas, de la subjetividad, de
las vivencias, del desarrollo de la conciencia, es esencial en la salud y la
educación para la formación de los vínculos significativos, con los otros, en
interacción; inscritos en un mismo referente laboral o cultural; con la
sociedad; con la humanidad; con la cultura material y espiritual; con la
trascendencia; con la naturaleza.
La relación del yo integrador con la trascendencia
refleja y hace de medio articulador con mucho de lo conversado.
Este aspecto de
la propuesta tal vez ponga especialmente a prueba tu tolerancia a lo que se
aparta del paradigma dominante.
Al mirarse a sí
mismo, el yo deja de pisar tierra firme, entra en una vivencia de desasosiego,
de pérdida de familiaridad. Dejamos de fluir, de sentimos integrados con el
mundo.
Es el momento en que la integración profunda adquiere
un espacio, suscita un propósito, una intención de dirigirnos hacia nosotros
mismos, trascender el condicionamiento, lo mecánico de lo cotidiano. Si nos
ponemos a observar nuestra mente, en ese momento, advertimos una cierta
distancia que nos permite sentir "yo no soy mis sentimientos, mis
sensaciones, mis pensamientos".
Es una paradoja; miramos nuestro yo como desde fuera,
observamos los contenidos de nuestra mente como separados de nosotros y
nuestros pasos son integradores... no estamos destruyéndonos, caotizándonos,
vamos profundizando, trascendiendo. Nos encontramos haciendo posible actualizar
una dimensión de la integración que generalmente permanece en estado virtual:
la unión del yo empírico con el yo "profundo".
Hay una larga
polémica sobre la trascendencia del yo. Sartre es uno de los más sutiles y
rigurosos negadores de su realidad .60 Personalmente, me atengo a una
experiencia, vivida por muchos, al alcance de todos. Experiencio, percibo al yo
colindando con lo "más allá de las posibilidades humanas", misterio y
no problema, apertura, pregunta, no constructo de la "exaltación
humana". No podemos decir nada a modo de "explicación" sobre su
naturaleza, si lo hiciéramos no sería trascendente, misterio. Hay en el otro,
en mí, una vivencia, un plano, un centro, portador de asombro, de una
naturaleza distinta a la de la realidad habitual. "Más allá" de ella.
Esta vivencia personal, de ser trascendente, se
empalma con la visión de lo significativo de la vida y de la profundidad de los
encuentros persona a persona, de la construcción de comunidad, de la
intervención en el desarrollo. Vivimos aquí, en lo operativo, en la inmanencia.
A la vez, trascendemos. A través de nuestra interioridad y de nuestra obra,
alcanzamos la vivencia del trascender juntos en el trabajo con sentido
comunitario, en la amistad, en el encuentro, en el amor, en la magia de los
niños. La integración de lo trascendente se logra en la medida en que se lo
percibe, en uno, en la comunicación con el mundo, y se la vive en la
inspiración para asumir creadoramente la inmanencia, para participar en el
perfeccionamiento de la realidad.
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