Un
amigo
Falleció
Dracoo Maturana, ingeniero,Psicólogo,
PINTOR, Amigo de la AMISTAD.
Estaba,muy
enfermo, en Viña,lejos de su Chiloé , su Castro donde, desde hacía
años, promocionaba la vida .
Fuimos
amigos por más de sesenta y cinco años.Hace pocos días, en medio de sus avatares médicos, me envió esta narración autobobiográfica que expresa mucho de su sensibilidad y su
imaginación . Su ser artista,
humanista.
Del
Dragón.
Draco
Maturana
De
pequeño me fascinaban los dragones los veía en las manchas en el techo,
adivinaba las huellas de su paso en árboles quemados, los buscaba en los libros
sobre China... Cuando me hicieron ver que no existían y que nunca habían
existido, dejé de soñar con ellos o más bien los escondí en mis rincones
secretos.
En
general no escuchaba mucho a los adultos pero, comenzó a interesarme un tema
que para mi se hizo misterioso y atrayente: las Fiestas de la Primavera.
Desde
siempre oí hablar de ellas y mi imaginación se llenaba con imágenes, de mi propia
fantasía, con esos nombres sugerentes: Carros Alegóricos, Disfraces
fantásticos, Juegos Florales y Reinas de la Primavera. De más está decir
que no tenía ninguna imagen sobre cuál sería su realidad (Eran
otros tiempos sin televisión, casi sin cine, etc.). Los Juegos
Florales los imaginaba como batallas tirándose flores, las Reinas de la
Primavera pensaba gobernaban el país por unos días, etc.
Fantasías
que quedaron relegadas a mi rincón de cosas olvidables pues crecí, como todos
los niños, muy preocupado con mis propios muy importantes asuntos. Luego
entré en el torbellino de mi adolescencia que, día a día, se llenaba de
toda clase de pequeñas aventuras y descubrimiento. Así pasaba el tiempo, los
años sin que se produjeran esos acontecimientos soñados de los que los adultos
continuaban hablando con nostalgia... ¡Ah! ¡Las Fiestas de la Primavera de
antaño! Frases como esa aparecían de vez en cuando y yo que, tenía cierto
desprecio en general por "los adultos", dejé de escucharlas ..
Después
de terminar mis estudios en la Facultad de Bellas Artes, a mis diez y
siete años, entré a estudiar ingeniería, escuela que me abrió otros
mundos inesperados y radicalmente diferente de aquél de donde venía.
Aparecieron nuevos héroes del pensamiento, la ciencia y me sentí
rebosante de emoción al sentir que ahora estaba verdaderamente ¡ en
la Universidad !... y no, en esa especie de gran colegio que me parecia la
Facultad de Bellas Artes.
Comencé
a vivir de maravilla en maravilla. Yo había, en mucho sentidos, crecido y ahora
era un otro, un igual a mis compañeros ( no un niño entre mayores como me
sentía en Bellas Artes). Sensible a la política, participaba en la Fech (
Federación de Estudiantes de la. U. De Chile), entendía cada vez mejor
los chistes de doble-sentido y conversaciones en voz baja y acompañadas
por carcajadas de mis compañeros, que ahora eran todos hombres. No abandoné del
todo la Facultad de Artes y continué, en paralelo, estudiando en otra escuela
de la facultad de Bellas Artes, que estaba centrada en Artes Aplicadas:
Cerámica, Grabado, etc. Mi vida era un pequeño torbellino tiroteada por
muchos lados a la vez y no tenía tiempo para uno de los temas favoritos de mis
compañeros: las mujeres.
En
la mitad del año una noticia cayó como una bomba, que estremeció mi escuela y
que actualizó mis viejas fantasías. Se nos anunció con bombos y platillos que,
en septiembre, habría una Fiesta de la Primavera organizada por la Fech y
cada escuela debía participar con un carro alegórico. A esa altura del
año, mi prestigio de "artista" estaba bien establecido pues, no solo
era un egresado de Bellas Artes si no que, además siempre estaba
dispuesto a hacer afiches sin mirar mucho para quién y para qué. Así fue que,
sin discusión, quedé encargado del diseño de nuestro carro. Mi idea fue
transformar un camión que tenía nuestra escuela , en un "Dragón" los
faroles serían su ojos de fuego y yo debía pintar "al duco" la
carcaza de tela y cartón que darían forma a la cabeza, el cuerpo y
la cola. El Director de la escuela nos prestó una aspiradora de polvo y
basura que yo usaría como compresora para pintar al duco. Esta aspiradora
era un lujo adorado por su esposa y nos la prestó con la insistente
recomendación de no ensuciarla. Recomendación que fue olvidada en medio de
nuestro entusiasmo artístico y constructivo, (olvido que nos costó, cuando
debimos devolverla, un día de arduo trabajo para que la aspiradora volviera a
tener un aspecto presentable). Finalmente el dragón terminado se veía,
según nuestro parecer, soberbio e insuperable.
En
ese momento nos llegó otra noticia, compartiríamos nuestro dragón con Escuela
de Enfermería y un grupo de muchachas de edades parecidas a la nuestra, ellas
nos acompañarían en el interior de nuestro Dragón y compartirían la
fiesta con nosotros. Esta "Noticia" nos entusiasmó y nos
pareció un justo premio a nuestra creatividad.
El
hecho que fueran muchachas de edades parecidas a la mía, me produjo cierta
inquietud, más bien temor puesto que, al no tener hermanas y mis
compañeras de mi escuela anterior eran todas mayores que yo, no tenía ninguna
experiencia con mujeres de mi edad y en general eran seres muy idealizados por
mi. Por ello sentía que no sabría qué hacer y estaba asustado.
Llegó el día de la fiesta y me encontré dentro, de nuestro dragón ,
sentado junto a una yugoeslava de Antofagasta, que tenía muy bellos ojos y con
un nombre nuevo para mi, que me pareció muy dulce y hermoso: Danica o Danitza.
Sin saber mucho qué hacer, le tomé la mano y comencé a aplicar mis
conocimientos de quiromancia adquiridos en libros de la madre de uno de mis
amigos, no recuerdo que le dije pero, si sé que, en un momento, le
pregunté ¿ qué haces en esa escuela si tu eres una artista ? Y le
prometí un futuro de pintora, no sabía si sería famosa pero, eso no importaba,
pues dependía de otras cosas, lo verdadero e importante era que sería pintora.
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