Lo Cotidiano y lo Universal 31
Internándonos otoño adentro
El otoño, estación de
tránsito, de preguntas, de asombro.
Estación de la tierra, de la edad madura,
de las uvas
ALGUNOS MATICES DEL ASOMBRO
El otoño invitó a la hoja a
viajar a su país.
Recién llegada, la hoja se
empapó en soltura para contestar las temidas preguntas de los niños. Fue
hermoso reconocer su racimo de por qué, tan misteriosos y, a la ve, tan
mañaneros.
Si el conejo rosado la
volviera a interrogar, candorosamente, sobre el padre, la madre, el tío, los
abuelos, los otros antepasados y el origen más y más remoto de la tierra… Ahora
sabría, confiada, responder, entera, “no sé, pero llevo esa pregunta conmigo
hasta el desnudo”.
El otoño, feliz en la
compañía, se dirigió con su amiga a la casa donde nació el color azul.
Emoción en la simpática
visitante. Esta vez, clarividencia del por qué la poesía es tan longeva y puede
ser eterna. La poesía recibe todas las vidas necesarias desde el rescoldo de
las preguntas permanentes.
Hay una plaza íntima en el barrio más antiguo del
otoño. Allí fue lo inefable entre la hoja y el otoño, revelando como entre
vahos y despeñaderos se irá llegando a compartir caos, planetas, muerte,
miradas y tiempo. Desentrañando los sueños de la poesía.
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