martes, 3 de febrero de 2015

El Arte de Vivir 92-93


 E l Arte de Vivir 92-93
 Desde un presunto arte de vivir, hay mitos que son símbolos permanentes de advertencia  sobre  las calles  sin salida  de los proyectos humanos, Como  el de  Midas y el de Tántalo, la trivialidad y la exaltación, en este caso. Interesa ver, también,  mitos  símbolos de caminos  positivos para enfrentar la antropolítica,  la educación , el paradigma para otro desarrollo Entre ellos , como posible contra partida para Midas y Tántalo, veremos los mitos de Momo y de   Adapa.  El de la advertencia   sobre  un limite concerniente  al misterio del ser   humano y al misterio del todo, respectivamente.
Momo, Dios del sarcasmo, del humor, de la alegría y de la agudeza en la percepción.
El nombre Momo entra al imaginario compartido a través   de  dos personajes: la niña  Momo de Michael Ende y Momo, varón ,el  soberano de los carnavales   del Brasil.
La niña  Momo  no hizo nada menos que devolver  a los seres humanos el tiempo que les había sido robado
 Momo del Brasil  es  Dios de la alegría  y la expresión Más claro. Más dentro de lo  natural. Dios de un desorden integrado  en el orden, como  son  las fiestas en las más diversas culturas Más aceptado  que el Momo de la mitología clásica  que fuera  expulsado del Olimpo por desafiar el orden establecido
Muchas  lectoras y lectores  me escribirán al mail, recordando la existencia del querido café La Momo, de la Calle Pocuro, en Santiago  de Chile.
 Ante el dios de la mitología clásica  surgen varias preguntas
¿Es un arquetipo del corazón de la euforia expresiva, multitudinaria, de los carnavales del Brasil y otros países?
¿ Es el representante del sentido  del  humor asociado a la alegría básica, vital?
¿Es el símbolo del sarcasmo, del humor  hiriente, descalificador?
¿Es el arquetipo del juicio expedito, penetrante, capaz de sorprender?
¿ Son cuatro Momos?
Sí, pero es posible integrarlos en un solo arquetipo de  cuatro sub personalidades.
¿Cuáles?
Empecemos por el final, lo vigente en nuestra época. Se trata de un modo de ser muy propio de culturas de predominio extravertido, alegre, de mucha  libre expresión corporal asociada al baile, a la música, al ritmo, propia de carros  vibrantes de música ensordecedora, de Brasil y de otros países carnavaleros. Allí, Momo es  arquetipo , dios, de la euforia de música y cantos ensordecedores, de bailes alcanzando los deslindes de la personalidad , de la presencia invisible de Afrodita desinhibida, sin necesidad de usar su cinturón maravilloso. De Eros, de muchos Eros, libres al fin de sus flechas , con  el cuerpo empapado de sudor , las pupilas brillantes y el ritmo  en el alma .
Más atrás, al fondo del tiempo, sólo visible en papeles desvaídos , el cortejo del dios Como, el dios de la alegría, joven, hermoso, triunfal. El dios Jano  lo saluda con sus dos cabezas y las vestales ríen a escondidas. En ese grupo, una persona   mayor, notorio por ser  muy verbal, muy chispeante,  poco ágil, más cerca de la gracia que del  éxtasis orgiástico. Es el segundo Momo, la segunda  sub personalidad, Momo parte del cortejo, de la gestalt de la alegría.
Entre el rey del  carnaval  y el leal trabajador de la alegría, otros dos Momos,  el del sarcasmo, incisivo, insolente, crítico despiadado, impenitente; el sagaz, el penetrante, el que se anticipa a su tiempo y, tal vez, a todos los tiempos.
 El tercer Momo, fastidioso inveterado,  fue expulsado del Olimpo de Apolo y las musas de armonía de  música y de poesía , el mismo de las normas y el personalismo de  Zeus.
Es el Momo que discute con Zeus. Es el Momo que se burla de parloteo   banal de Afrodita.
 Hay un cuarto Momo, el Momo sabio. De él hablaremos en la nota de mañana.


 El Arte de Vivir 93
Hay un cuarto Momo,  cuyo arquetipo se funda  en  una sóla  instancia  inmune  a la corrosión del tiempo. Es el  Momo sabio, de una sabiduría intuitiva   cuyo criterio es apreciado  hasta por la  propia Atenea.
Tres dioses , Poseidón, Atenea y Hefesto, llevan   sus respectivos trabajos al juicio crítico de Momo.
Poseidón, dios del mar, trae un toro, un toro marino. Momo piensa en el modo  de ser emocional del Dios, sus conflictos, sus combates. Rápido, pone reparos a la posición de los cuernos del toro, están muy separados. No son un arma adecuada  para una  cabeza que agrede o se defiende .
 Atenea  presenta su casa, seguramente  muy apta para la reflexión sobre lo posible  y lo más allá de lo posible  en la paz y en la guerra. La respuesta no se hace esperar. Ella debe estar presente en muchos lugares, en todos los lugares , no sólo en la Atenas que le es consagrada, no sólo en el Olimpo de su padre Zeus. A su casa le faltan ruedas. ¿ No es más adecuado para una  diosa sabia tener una casa –estudio móvil?
Luego, es el turno de Hefesto, el escultor. Trae una aparente  obra maestra, el ser humano . Momo mira al autor a los ojos  y le dice: le falta una ventana al corazón.
Se nos  advierte:  nos falta una  ventana al corazón.. No es un duro sarcasmo. No es una frase graciosa. No es un gesto  eufórico. Es una verdad. Es un aporte amistoso. Es el regalo de la sub personalidad de un maestro.








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