El Arte de Vivir 95
El mito de
Momo pidiendo una ventana al corazón hablando de nuestros límites, nos enfrenta
a la tendencia trivial a simplemente “consumir la vida”, sin interrogantes ,
sin crítica. Nos da una
alternativa a la trivialidad.
El mito de
Adapa nos ubica frente al riesgo
de la exaltación, ante la
tentación de omnipotencia de Ícaro y de Tántalo.
Se plantea
el coraje de un valiente que asume la finitud.
El Mito de Adapa
Desde el sentido común actual ,se hace una fosa divisoria entre la valentía y
el miedo. O se centra la atención
en exaltar la valentía, o en descalificar el miedo. No es
habitual la integración de un
comprender nuestra vulnerabilidad
y, al mismo tiempo, asumir nuestra responsabilidad de actualizar nuestras potencialidades y acercarse a nuestros límites. Desarrollar la
comprensión del miedo y ampliar,
enriquecer ,la aptitud para hacer
frente a los peligros, para
identificarse con lo
humano, con el desarrollo de lo humano.
El mito de Ícaro apunta al valor de aceptar la finitud, de discriminar entre lo valiente, en
ese caso volar un largo trecho
sobre el mar con alas de pluma y
cera, y el ser temerario, omnipotente, como fue el que Ícaro volara
hacia el sol. Es un símbolo de los riesgos de la exaltación.
El mito de Adapa, de la cultura de la antigua Mesopotamia, pone de relieve algunas
dimensiones de la valentía y de su límite con la temeridad. Se encomia el
valor, la valentía de asociar el
compromiso y el desapego.
Adapa era un tipo especial de héroe, un benefactor, educador de su pueblo. Con ascendencia
divina, protegido del Dios Ea, era , sin embargo, un humano, un mortal.
En una ocasión, de pesca por el golfo pérsico, se desencadenó un viento terrible y , a pesar de todos sus esfuerzos, su bote naufragó.
Indignado, Adapa golpeó al viento, el Dios causante de su desgracia .Para
algunos, la consecuencia fue la fractura de un brazo, para otros ,un
traumatismo encéfalo craneano del personaje divino Los testimonios son muy dispares. Donde coinciden es en la consecuencia: Anu,
el dios supremo, requirió la presencia de quien era acusado de golpear a un
Dios.
Adapa no vaciló un instante.
Partió a dar su testimonio . Lo llevó a cabo con absoluta humildad y
honradez . Anu, impresionado, quiso hacerlo Dos y, para ello, le ofreció los
alimentos correspondientes. Adapa ,
muy puesto en su
proyecto humano, desapegado, rehusó, con toda la cortesía
del caso y retornó a la tierra, a
su ciudad, a seguir educando,
compartiendo sus nuevas experiencias, al compromiso. A su proyecto. Mostró
coraje de ser humano, coraje de ser.
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