jueves, 5 de febrero de 2015

El Arte d Vivir 95


 El Arte de Vivir 95
El mito de Momo pidiendo una ventana al corazón hablando de nuestros límites, nos enfrenta a la tendencia trivial a simplemente “consumir la vida”, sin interrogantes , sin crítica. Nos  da una alternativa a la trivialidad.
El mito de Adapa  nos ubica frente al riesgo de la exaltación,  ante la tentación de omnipotencia  de  Ícaro y de Tántalo.
Se plantea el  coraje  de un valiente que asume la finitud.

El Mito  de Adapa
Desde  el sentido común  actual ,se hace  una fosa divisoria entre la valentía y el miedo. O se  centra la atención en exaltar la valentía,  o  en descalificar el miedo. No es habitual  la integración de un comprender  nuestra vulnerabilidad y, al mismo tiempo, asumir nuestra responsabilidad de   actualizar nuestras potencialidades   y acercarse  a nuestros límites. Desarrollar la comprensión del miedo y  ampliar, enriquecer ,la aptitud  para hacer frente a los peligros, para  identificarse con  lo humano, con el desarrollo de lo humano.
El mito de Ícaro apunta al valor de aceptar la finitud,  de discriminar entre lo valiente, en ese caso  volar un largo trecho sobre el mar con alas de pluma  y cera,  y el ser temerario,  omnipotente, como  fue el que  Ícaro volara   hacia el sol. Es un símbolo de los riesgos de la  exaltación.
     El mito de  Adapa, de la cultura de la antigua  Mesopotamia, pone de relieve algunas dimensiones de la valentía y de su límite con la temeridad. Se encomia el valor, la  valentía de asociar el compromiso y el desapego.
Adapa era un tipo especial de héroe, un benefactor, educador de  su pueblo.  Con ascendencia  divina, protegido del Dios Ea, era , sin embargo, un humano, un mortal.
En una ocasión, de pesca por el golfo pérsico, se desencadenó   un viento terrible  y , a pesar de todos  sus esfuerzos, su bote naufragó. Indignado, Adapa golpeó al viento, el Dios causante de su desgracia .Para algunos, la consecuencia fue la fractura de un brazo, para otros ,un traumatismo encéfalo craneano del personaje  divino Los testimonios son muy dispares. Donde  coinciden es en la consecuencia: Anu, el dios supremo, requirió la presencia de quien era acusado de golpear a un Dios.
Adapa no vaciló un instante.  Partió a dar su testimonio . Lo llevó a cabo con absoluta humildad y honradez . Anu, impresionado, quiso hacerlo Dos y, para ello, le ofreció los alimentos correspondientes. Adapa ,  muy puesto  en su proyecto  humano,  desapegado, rehusó, con toda la cortesía del  caso y retornó a la tierra, a su ciudad, a  seguir educando, compartiendo sus nuevas experiencias, al compromiso. A su proyecto. Mostró coraje de ser humano, coraje de ser.


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