El Arte de Vivir 96
Sobre la consideración de la vida
La ambigüedad
El arte de vivir
es inseparable del sentido
del propio vivir, el experienciar
aquello inefable de estar en la
vida, a su vez casi identificable con el sentido de la vida.
Hay un sentir
la vida sin distancia, desde
dentro, sin juicio, con sentimiento, con voluntad. Hay un sentirse
fuera, distanciado, con vivencia
de vacío. De sin sentido.
En el ser humano diferenciado, desarrollado, aparece la multidimensionalidad , el
estar en la vida y el poder mirar
a la vida ,el darse conducción, el
ver la complejidad y elegir entre diversas opciones la que aporta más a la
vida.
En el curso del desarrollo personal emerge el tema, el desafío de la ambigüedad, parte de la vida, compatible con el compromiso
con la vida.
Un rasgo
importante del
autoritarismo es la intolerancia a
la ambigüedad. Una señal de creatividad es tolerar las instancias ambiguas, mientras cristaliza la visión creadora.
Es un tema de
la salud integral, discernir y tolerar las situaciones ambiguas, en un programa,
en un proyecto de vida de
creatividad humanizadora.
Van algunas citas que
pueden ser utilizadas como ejercicio para encarar creadora, saludablemente , la realidad de la
existencia de la ambigüedad como parte de la realidad a la escala humana.
La vida es una
cosa ambigua, una nube flotante, algo que no es blanco ni negro, sino eternamente gris. Todo en movimiento.
¿Cómo puede el hombre rechazar la ambigüedad si es una de la formas de la vida?
Thorton Wilder
Me atrevo a
afirmar que no hay erotismo autentico sin el arte de la ambigüedad; cuando la
ambigüedad es poderosa, más viva es la excitación.
Milan Kundera
Las obras literarias nos invitan a la libertad de
interpretación, ya que nos ofrecen diversos caminos y nos ponen de cara a la
ambigüedad de la vida.
Umberto Eco
Nada está construido en la piedra. Todo está construido en
la arena. Pero debemos construirlo como si la arena fuese piedra.
Jorge Luis Borges
“El continuo quehacer
de nuestra vida es levantar el edificio de
la muerte”, dice Montaigne. Cita a los poetas latinos:
Prima, quae
vitam dedit, hora carpsit1. Y también: Nascentes morimur2. Esta
trágica ambivalencia que únicamente el animal y la planta
padecen,
el hombre la conoce, la piensa. Por aquí una nueva paradoja
se
introduce en su destino. “Animal razonable”, “caña
pensante”, se
evade de su condición natural sin, no obstante ello,
liberarse; este
mundo del cual es conciencia, se integra con él; se afirma
con
interioridad pura, contra la cual se vuelve impotente toda
fuerza
exterior, y se siente a sí mismo como una cosa aplastada por
la
oscura gravidez de las otras cosas. A cada instante puede
asir la
verdad intemporal de su existencia, pero entre el pasado que
ya no
existe y el porvenir que no es todavía, ese instante en el
cual vive no
significa nada. Este privilegio que tan sólo a él le
pertenece, esto es,
de ser un sujeto soberano y único en medio de un universo de
objetos, lo comparte con todos sus semejantes; objeto, a su
vez para
los otros, en la colectividad de la cual depende no es más
que un
individuo.
Simone de Beauboir
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