Conversando sobre la Amistad (145)
Notas sobre el Guiar Poético[1]
Tercera
Parte El Guiar Poético
¿Guías Poéticos?
Consideramos al “guía poético” como un
desarrollo dentro del “guiar democrático”, en que no
hay sólo un respeto por el otro , sino, también , una labor de promoción
humana…
Más allá del respeto, del escuchar, existe un interesarse en la
subjetividad del otro, en su intimidad inefable, una complicidad con su
sensibilidad, con su apertura a la belleza, a la emoción profunda.
En ese sentido, el guiar poético, es distinto al ser
guía en el aprendizaje de técnicas de escribir poesía, en el estudio de autores
o en el recorrido por instituciones dedicadas a la memoria de un autor.
Ponemos el subtítulo entre interrogantes. Estamos en
un camino de búsqueda, de hipótesis, de preguntas.
Partimos de una distinción entre poemas, formas
literarias y poesía. La poesía, en esta lectura, discurre por la música, por
las artes plásticas, por las vivencias de los enamorados, por instancias de
estremecimiento social, por momentos de plenitud espiritual.
Los poetas no son poseedores exclusivos de la
poesía, son intérpretes. Son asientos de florecimiento de lo poético. Sin
embargo, en ánimo pluralista, democrático, decimos que hay poesía en muchas
vivencias de personas que no escriben, mientras contemplan el mar, reconocen un
bosque, miran a alguien a los ojos, escuchan a Bach, rezan o leen Shakespeare.
¿Cómo se guía prácticamente, qué es ser guía
poético? De partida, un objetivo nunca alcanzado plenamente, en consonancia con
las profundidades de las vivencias poéticas. Sin embargo, el guiar democrático
no implica jerarquías. Una persona puede ser guía poético, en el sentido
instrumental, sin ser alguien de una sensibilidad o de una creatividad poético
excepcional. Lo importante es que, necesariamente, entre a orientar, a formar
en un sentido determinado.
Un guía poético, por ejemplo, muestra donde las olas
se elevan en un roquerío, dando la emoción de la fuerza y de un colorido
inusitado, sin tener que dictar cuál es la vivencia que debieran necesariamente
despertar en el otro. Muestra, a lo mejor cuenta algo de sí, escucha, se
interesa en lo que le ocurre al visitante.
Un guía poético destaca la presencia en el campo de
una astromelia, flor silvestre de especial belleza, entrega algunos datos
generales al modo de que en esta zona las hay de un color naranja y de un rosa
pálido, que son flores cultivadas en otros países. Luego, escucha, conectado,
el comentario, pone atención en el rostro, en la emoción de la persona del
grupo.
Un guía poético señala la casa de un pintor o un
poeta, da alguna referencia sobre su obra y su conexión con el lugar, pregunta
si alguien tiene algo que contar. No da la impresión de un cierre, de una
verdad absoluta. No es omnipotente. Por supuesto, no es autoritario.
Los guías poéticos no son, necesariamente, poetas ni
eruditos en poesía, son personas que facilitan, democráticamente, que se
expresen las vivencias poéticas, diversas, propios de cada grupo y de cada
participante.
Es evidente que para poder cumplir esa función los
guías poéticos requieren ser sensibles, querer lo poético. Es una condición
necesaria, pero no suficiente. Además de tener proximidad con la poesía, deben
ser personas que ayuden, que faciliten, el que otros entren en contacto con la
poesía. Eso significa ser comunicantes, abiertos a los otros, susceptibles de
engendrar confianza, confiados.
Sobre esa base, personas que están dispuestas a
trabajar como guías, que empatizan con lo poético, podemos aventurarnos a hacer
una tipología de los guías poéticos posibles.
Como todo lo planteado en este artículo, estamos en
un terreno muy preliminar, hilvanando supuestos, esperando la confirmación en
el diálogo, en la práctica, en los procesos formativos por realizar.
Anticipamos, según se puede presumir de lo esbozado,
dos énfasis en este guiar poético, ambos referidos a la “vivencia poética”.
Por una parte, la experiencia poética directa, la
naturaleza, las personas, el encuentro, no mediados por el arte. Es un
acercarse a instancias “naturales” y “sociales”, de difícil diferenciación.
Podríamos llamar momentos natural la visión de un
cielo estrellado, sin nubes, con la majestad de la vía lactea, la cruz del sur,
Venus apareciendo. Sería “momento social” la compenetración con la forma como
un grupo entra en un silencio,
recuerda, se emociona, tiene deseos de contar su vivencia…
En todo caso, siempre esrableciendo hitos
provisorios, hay un conjunto de “objetos poéticos” el atardecer, la aurora, la
noche, el mar y su contorno, las plantas, las montañas, ciertas viviendas,
pueblos, carruajes, animales, canto de pájaros… podemos, igualmente, apuntar a
instancias humanas poéticas, una ronda infantil, un diálogo adolescente,
miradas de enamorados, personas mayores ayudándose y acariciándose, el
despedirse de un moribundo, la alegría de un nacimiento…
Pueden existir guías poéticos – naturales y guías
poéticos - sociales. A ellos habría que agregar lo clásico, los guías
“artísticos”. Allí, para facilitar la comunicación, podría establecer la subdivisión,
la poesía del arte, en general, y la poesía del género poético.
Poesía del arte, más allá del poema, la sensibilidad
de la prosa de Gabriela Mistral, Neruda, Huidobro, Manuel Rojas, poesía nuestra
de Las Campanas de la Esperanza, de las “gordas” de Ricardo Mesa, de las
bordadoras de Isla Negra, o de los ponchos campesinos. La “poesía del género
poético”, puede, por supuesto, ser facilitada desde la perspectiva del
incentivar la creación propia y a partir del conocimiento, la aprehensión,
intuición, fantasía de los poetas que se deban acercar.
Cuando hacemos estos distingos provisorios estamos
pensando en los énfasis, en las fronteras de los guías potenciales. No es
necesario elegir. La experiencia demuestra que tienden a darse mayores o
menores facilidades. En los hechos, en primer instancia, emergen con vocación y
con trayectoria los guías “naturales”, enamorados de ríos, rocas y paseos,
junto a los apasionados por el género poético, deseosos de compartir a Whitman,
Gabriela o Neruda.
En el objetivo de facilitar el desarrollo humano,
será importante sensibilizar con todo el campo de lo poético, legitimarlo como
un todo y diferenciarse, comprometerse, de acuerdo a la vocación, a las
capacidades, sin una exigencia a priori de excluir o de integrar nada.
Cuando hablamos de “guiar”, en un sentido
democrático – poético, no presumimos superioridad sobre los “guiados”. Es sólo
la oportunidad de facilitar procesos. A veces será un simple saber elegir qué
mostrar, con qué contacto, con qué adaptación a los interlocutores. En otras
ocasiones, se estará en condiciones de llevar a cabo una exposición, un taller,
con juegos, con expresión corporal, con instancias de imaginería, con
recitales.
Detrás del guía poético tiene que haber la
“virtualidad” de una gran diversidad de quehaceres. Lo común está en la
búsqueda de una no muy común capacidad de aliar la democracia y la belleza, el
respeto a lo insondable de la poesía y el arrojo para buscar la veta personal,
la dimensión en que sea dable hacer un “servicio” poético.
En el fondo, siempre es indispensable tener presente
la advertencia de Schakespeare “no tratéis de guiar al que pretende elegir por
si su propio camino”.
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