Conversando sobre la Amistad(361)
La Amistad con el dolor del
otro
El Silencio que grita
Libro de Matías Cepeda, publicado por” Alegremia”
Un capítulo que nos interpela ante la vivencia de otro ser humano en una
situación límite permanente y frente a la
tremenda responsabilidad de la educación , la formal y la del curriculum
oculto de la vida cotidiana, de las recreaciones,
de la amistad…
CAPÍTULO 3
LA ESCUELA EN EL SILENCIO
Nunca entendí por qué no podía ir a
la escuela como mi hermano. Sin palabras no podían saber que yo tenía una inteligencia normal. Si hubiera
podido hablar, hubieran podido saber.
Entonces un día, sin entender muy bien lo que pasaba, me dijeron:
“Matías, vas a empezar a ir a una Escuela Especial”. Porqué era especial, no me dijeron.
El primer día que fui observé que no
teníamos el mismo guardapolvo blanco que usaba mi hermano para ir a la escuela
y que no éramos muchos alumnos.
Aún sin entender qué era eso de especial,
tenía ganas de aprender, sabía que para eso era la escuela.
Los primeros años fui con Mirta, mi amiga, su
presencia hizo que este tiempo fuera un poco más feliz. Mirta era mi maestra y
la de mis amigos, sentíamos alegría con su presencia, ella podía interpretar
nuestras necesidades mejor que cualquiera, ella sí creía en nosotros. Hubo un profesor de taller que me hizo
sentir que yo era un alumno más. Él me enseño. Cada vez que iba al taller me
alegraba mucho, porque ahí también
aprendía.
Si este tiempo de escuela hubiera sido como las clases de taller,
hubiera sido un tiempo agradable, pero sin creer que el otro puede aprender no
se pude enseñar.
Personas como yo con este cuerpo y sin una
voz propia no tienen lugar en escuelas como esta, sus maestros no pueden
entender que somos algo más que un cuerpo mirando el piso, que tenemos
inteligencia, que pensamos y que decidimos por nosotros mismos.
Toda relación implica respetar al otro tal como es sin sentirse superior
y entre el alumno y el maestro esto debería ser así también.
Siempre quise ir a la misma escuela de mi hermano, tuve que aceptar in a
una escuela que decían era especial pero cada día que pasaba mi alegría se
perdía.
Tuve tiempo de enojos muy
fuertes. Fue muy triste para mí que no entendieran que yo no quería ir.
Quien sabe la verdad de nuestros sentimientos si la voz no existe en
nosotros.
Esos momentos de escuela dejaron en mis recuerdos muy dolorosos.
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