Amistad con la Amistosofía 43
El smog autoritario
En un post título de una carrera de salud, un grupo de participantes, al hacer un ejercicio de conversar en pareja sobre su historia personal de salud, se declara descolocado, aduciendo que ello no calza con su práctica, con su formación.
A propósito de ello, recuerdo una experiencia comple- mentaria, hace muchos años. En un taller con varios cientos de dirigentes sociales, propongo que se empiece por conversar, de a dos, sobre las expectativas personales con respecto al encuentro.
Terminado el “ejercicio”, muchos participantes agradecen, muy emocionados, esa oportunidad tan “caída del cielo”, de hablar con otro. Sienten que han empezado un vínculo importante.
En los dos casos, sorpresa de con-versar, sin ninguna presión, para llegar a terrenos íntimos, un simplemente hacerse presente como personas, sin mediación de roles, sin la intermediación de las cosas...
Es algo propio del paradigma cultural hegemónico vigente: hay como una prohibición tácita de hablar si uno no ha sido presentado. Ello juega con la rigidez con que en las carreras profesiones de salud se suele separar los roles de tratante y de tratado y las conversaciones entre pares de índole laboral con las propias de la comunicación personal.
En las ciudades es frecuente el no conocer a los vecinos. En los equipos de trabajo no es frecuente hablar de las inquietudes, de los problemas, de las utopías personales. Es una expresión del smog social. De las barreras del autoritarismo. Algo muy ajeno al sueño de Walt Whitman:
“Yo vi en un sueño una ciudad invencible a los ataques de todo el resto de la tierra.
Soñé que era la ciudad nueva de los Amigos.
Nada en ella era más grande que la calidad del amor robusto: este superaba a todo lo demás.
Se le veía a todas horas en los actos de los hombres de aquella ciudad.
Y en todas sus miradas y palabras.”
Nada en ella era más grande que la calidad del amor robusto: este superaba a todo lo demás.
Se le veía a todas horas en los actos de los hombres de aquella ciudad.
Y en todas sus miradas y palabras.”
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