Desarrollo Personal y Cambio
Cultural 20
EL YO INTEGRADOR Y LAS GRANDES
ANTINOMIAS
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La salud integral tiene su centro en un yo
"ecológico", integrador, sabio, o en vías de llegar a serlo.
Hemos ido
adelantando algunos de los terrenos donde se da la presencia de aparentes
opuestos, a propósito de los cuales las opiniones se suelen dividir
radicalmente, estallan pasiones, se cristalizan dogmas.
La propuesta se
está compartiendo: allí donde está el quiebre, el yo debe suturar; la tensión,
convertirse en reforzamiento, armonía, sinergia, salud integral.
Empecemos con nosotros mismos. Ortega nos advirtió; yo
soy yo y mi circunstancia. La "circunstancia", para Heidegger, es el
"estar en el mundo".
Más
ampliamente, los Upanishads nos interpelan con el “tú eres eso". Somos
nosotros mismos, pero no solo nosotros mismos. Es nuestra antinomia reiterada,
la autonomía, el límite en el saco de piel y la participación, donde se
desvanecen las fronteras individuales, participamos en el todo. Una gran
matriz, "el yo soy otro" de Rimbaud, Yo puedo ser junto contigo, yo
soy parte de un grupo, de una línea de ascendencia, de un instante del cosmos,
de una faceta del ser.
Una vieja polémica recorre la historia acompañada de
muertes y descalificaciones, de pasiones y torrentes de palabras. Es la
disyuntiva entre individualismo o "no individualismo", colectivista,
naturalista o trascendente. Latido cardíaco o el órgano del corazón; hemisferio
cerebral izquierdo o persona. Relaciones orgánicas, integradas, de la parte al
todo.
El yo
integrador transforma el "o" en "y".
Es conjuntivo y
no disyuntivo, supera contradicciones donde, aparentemente, se oponen entre sí
partes de la vida.
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