Desarrollo Personal y Cambio
Cultural 11
LA RESISTENCIA Y LAS
DIFICULTADES PARA ASUMIR LA VIDA Y TENER UN PROYECTO (1)
La vida nos llega. Sucede. Nos encontramos viviéndola.
Inevitablemente, asumimos ciertos momentos: trazamos planes para hacer un viaje,
para financiar una enfermedad, para enfrentar una entrevista a la que acudimos
buscando trabajo. Ello puede ser solo una manera de actuar excepcional, en el
discurrir de un desplazarse en función de hábitos, de quehaceres realizados en
forma automática, con distintas vivencias, pero sin plan previo, sin
interrogantes.
En una manera, muy en boga, de encarar el desarrollo
personal, nos inscribimos en talleres de un fin de semana o de mayor extensión
y allí "hacemos desarrollo personal", moviendo los brazos, dibujando,
cerrando los ojos, hablando... con
igual convicción que al presumir un "hacer el amor" en el transcurso
de una relación sexual. ¿Has pensado en esa expresión, "hacer el
amor", como hacer sopaipillas o realizar depósitos en el banco? Es la
unidimensión, la reducción de la cotidianidad a un común denominador. La
complejidad, las diferentes dimensiones del amor, se expresarían, se agotarían
en unos cuantos movimientos y sensaciones, no necesariamente asociados a una
comunicación de existencia a existencia, de yo a yo, de proyecto a proyecto.
Desde prismas filosófico‑ sociológico y filosófico biológico, respectivamente,
Fromm, enmarca este reduccionismo en la noción de salida improductiva al
problema de la separatividad humana` y Marcuse señala la presencia del
"hombre unidimensional". 11
Algo semejante ocurre con el desarrollo personal. En
los talleres tratamos el tema, procuramos crear condiciones facilitadoras, pero
como diría el Principito, 12 "lo esencial es invisible a los ojos". Las transformaciones en
la sensibilidad, en la conducta, los desarrollos, no dan evidencias directas,
inmediatas, como los cambios en la dirección de un vehículo o en una pantalla
televisiva a consecuencia de un operar digital.
El desarrollo personal
es un proceso, constante, permanente, de mayor o menor profundidad, de
distintos sentidos, a lo largo de la vida. Ganamos experiencias, perdemos neuronas, nos ampliamos, nos
estrechamos... “nunca el mismo humano". Estamos hablando de una cierta
dimensión del desarrollo personal, el asumido, el dependiente de un proyecto,
con una
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(10 Erich
Fromm, El Arte de Amar. Ed. Paidós. Buenos Aires. 1966.
11 Herbert
Marcuse. El Hombre Unidimensional. Fd. Joaquín Mortiz. México, 1965.
12 Antoine de Saint Exupery. El Principito. Alianza Editorial.
Madrid. 1980.)
dirección, una
intención, objetivos, referencias, metas, posiblemente medios, itinerarios,
formas de evaluación. A este proceso de cambio intencionado lo hemos llamado
desarrollo terciario, distinguiéndolo del "natural", primario, y del
producto de la socialización, secundario.
Nuestras
palabras se han encaminado a motivar para el establecimiento, para el inicio y
la mantención de proyectos de desarrollo personal terciarios. Nos sumamos a
múltiples iniciativas de cambio cultural asociados a la búsqueda de un mundo
más democrático, más participativo, más integrado. Suponemos que el tener una
filosofía de vida, un proyecto, una práctica de desarrollo personal, está en lo
más radical de una propuesta de esa índole. Hemos ido anticipando algunos
factores asociables a la inercia, a la resistencia, a las dificultades para
encarar esta orientación en la vida. Vamos a intentar una sistematización. Se
ha dicho, incansablemente, el mapa no es el territorio. Ésta no es ni siquiera
una guía confiable para lidiar con todas las eventualidades, con la gama
multiforme de obstáculos en el camino de llegar a una sociedad de ciudadanos en
posesión, con militancia en sus vidas.
En un primer plano se encuentra el parámetro evolutivo.
Vivimos un período de cambios sorprendentes, abrumadoramente rápidos, dentro de
una historia muy breve. El bosque de "modas" y "novedades"
actuales nos impide distinguir bien al árbol de la vida con sus respetables
cuatro mil millones de años y, dentro de él, a los menguados cien o ciento
cincuenta mil años de homo sapiens y los 10
o 12 mil años de cultura sedentaria. Somos una especie nueva, con una larga
herencia, remontable a las estrellas y su grande y misterioso fuego original.13
Lo esencial en el ser humano es el "pliegue", la separatividad, la
distancia, la brecha frente al acaecer externo, la "autopoiesis", el
hacerse a sí "sino, pero eso se ha ido desarrollando en el tiempo, pasando
de la inconsciencia a la conciencia, de la potencia al acto. Hay un tránsito,
en lo que a escala evolutiva es un período muy breve, de lo instintivo a la
conducción por la tradición y las normas estrictas, simples y homogéneas, al
período presente de imperio de la autoridad del mercado, la publicidad, la
tecnología y los medios de comunicación. 14 En las sociedades occidentales, de
orientación liberal, hay espacio para los desarrollos personales, claros en la
neblina de los estímulos que saturan el
yo, pero es, todavía, una situación nueva, difícil, vulnerable. Ese es
el gran techo: los cambios culturales requeridos para lograr integrar el
desarrollo personal al sentido común implican una intervención en la marcha de
la vida, un salto mayúsculo a una mayor complejización.
_________________
13 David Molineaux. Polvo de Estrellas. Ed. Casa
de la Paz. Santiago. 1998.
14 Héctor Orrego. Currículum Vitae. Ed. Cuatro
Vientos. Santiago. 1994.
Continuará
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