Apuntes sobre
Amistosofía 17
Una amistad posible, una
oportunidad de ampliar la visión sobre el sentido de la amistad: las
coincidencias significativas
¿Escribir sobre las
coincidencia significativas a propósito de la amistad? ¿Un despropósito, una
licencia poética?
Sólo podemos
justificar esta aproximación bosquejando nuestros conceptos de coincidencias
significativas y de amistad.
Una primera sorpresa.
La amistad es un término que está muy presente en el imaginario compartido, es
objeto de un constante y merecido trajín, ya los niños en la escuela básica
identifican amigas y amigos, pero su acepción es variable y lo que unos llaman
amistad otros lo consideran simple relación entre conocidos, meros vínculos
afectivos. Hay quienes sólo hablan de una amistad humana, otros lo extienden a
los animales, la naturaleza, las convicciones, la trascendencia. Su acepción
varía, como la del sentido del amor, la libertad o el propio yo.
Por otro lado, las
coincidencias significativas no son parte habitual de cualquier tipo de
conversación. Hay amistades de muchos años que nunca tocan el tema. Hablan de
parte de quienes tienen esas experiencias, no las niegan, acceden a
compartirlas y, por cierto, las personas interesadas en ellas desde la
psicología, la epistemología o algunas corrientes espirituales.
Vivencia con mucha
menos presencia que la muy ubicua amistad, a las coincidencias significativas
se les puede explicar y valorar de muy diversa manera, pero el concepto es
claro, coincidencia “rara”, excepcional, desde el punto de vista estadístico.
Su explicación si
que es motivo de importantes diferencias.
Para unos,
coincidencias raras, pero parte del orden de la realidad habitual, parte de los
fenómenos que, por ahora, no tiene explicación, pero es previsible que
lleguemos a ella dentro de la concepción de la realidad vigente.
Desde otro ángulo,
es un fenómeno ligado a un segundo orden del universo, el orden a causal, dice
Jung y con él algunos físicos cuánticos que hablan de un multiverso, de
universos paralelos.
Una tercera mirada,
propia de algunas tendencias espirituales ubica a la coincidencia significativa
como suceso ligado a la intervención en lo humano de una esfera trascendente,
que nos entrega a través suyo un mensaje.
Personalmente, tengo
frecuentes coincidencias de orden significativo. Por ejemplo, hace algún tiempo
se me juntaron dos coincidencias en que participaba un pájaro y las leyendas de
un país, Guatemala.
En el curso de
Desarrollo Personal –Cambio Cultural que se efectúa los primeros sábados del
mes, precisamente en Las Coincidencias, Isla Negra, hago una imaginería, en que
en una instancia se invitaba a situarse en un bosque donde un pequeño pájaro
preguntaba a los participantes sobre la identidad profunda. Al dar cuenta de la
experiencia, varias personas se mostraron muy conmovidas por la cercanía con
algunos pájaros, particularmente picaflores. Un asistente había ido el día
anterior con un amigo a la Quebrada de Córdova. Allí, habían encontrado un
colibrí parado sobre una hoja, aparentemente congelado. Decidieron llevarlo e
intentar reanimarlo. El amigo, que manejaba el auto en que transitaban, para
calentarlo lo puso bajo su chaqueta. En un momento dado, el pájaro empezó a
moverse, detuvieron el auto y pusieron el pájaro en libertad. Demoró en
hacerlo. Tras unos minutos, hizo un primer vuelo, regresó muy cerca, de ellos
y, luego, se perdió en el horizonte.
Al regresar a casa y
contarle el episodio a mi señora, ella me refirió que cuando niña tuvo un
colibrí que comía de su boca. Al día siguiente, me encontré en la media mañana
con mi hija que venía llegando de una asesoría en Guatemala y me trae de regalo
el libro” Leyendas de Guatemala” de Miguel Ángel Asturias. A mediodía, vamos
con mi señora a almorzar a un restorán y, al pagar, veo que la cajera tiene a
la venta el citado libro de Asturias. Llego a casa y... tengo un mail de
Guatemala de una persona que mi hija no conoce, que me envía un poema sobre...
un colibrí.
Coincidencia con los
colibrí y con Guatemala. No es el espacio para profundizar en lo sucedido. Lo
que cabe es, anécdota en mano, volver a la relación con la amistad.
En mi perspectiva
aquí hay algo distinto al orden habitual de las cosas. No es el gran misterio
de por qué hay existencia y qué es nuestra mismidad, nuestro yo. Es una para
normalidad. Algo ajeno a las regularidades previsibles del universo. Un tipo de
hecho asombroso a la escala humana. No veo un mensaje contingente. Entreveo
algo así como un gesto amigable para la condición humana. Como abrir una
ventanita en el sentido de que nosotros, nuestra subjetividad, está asociada a
eso que llamamos el afuera. Como si el mundo interno y el mundo externo
tuvieran, en algún plano de la realidad, una especie de cordón umbilical. Veo
eso como esperanzador. Lo siento amistoso.
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