domingo, 27 de diciembre de 2015

Apuntes sobre amistosofía 17

Apuntes sobre Amistosofía 17
Una amistad posible, una oportunidad de ampliar la visión sobre el sentido de la amistad: las coincidencias significativas
¿Escribir sobre las coincidencia significativas a propósito de la amistad? ¿Un despropósito, una licencia poética?
Sólo podemos justificar esta aproximación bosquejando nuestros conceptos de coincidencias significativas y de amistad.
Una primera sorpresa. La amistad es un término que está muy presente en el imaginario compartido, es objeto de un constante y merecido trajín, ya los niños en la escuela básica identifican amigas y amigos, pero su acepción es variable y lo que unos llaman amistad otros lo consideran simple relación entre conocidos, meros vínculos afectivos. Hay quienes sólo hablan de una amistad humana, otros lo extienden a los animales, la naturaleza, las convicciones, la trascendencia. Su acepción varía, como la del sentido del amor, la libertad o el propio yo.
Por otro lado, las coincidencias significativas no son parte habitual de cualquier tipo de conversación. Hay amistades de muchos años que nunca tocan el tema. Hablan de parte de quienes tienen esas experiencias, no las niegan, acceden a compartirlas y, por cierto, las personas interesadas en ellas desde la psicología, la epistemología o algunas corrientes espirituales.
Vivencia con mucha menos presencia que la muy ubicua amistad, a las coincidencias significativas se les puede explicar y valorar de muy diversa manera, pero el concepto es claro, coincidencia “rara”, excepcional, desde el punto de vista estadístico.
Su explicación si que es motivo de importantes diferencias.
Para unos, coincidencias raras, pero parte del orden de la realidad habitual, parte de los fenómenos que, por ahora, no tiene explicación, pero es previsible que lleguemos a ella dentro de la concepción de la realidad vigente.
Desde otro ángulo, es un fenómeno ligado a un segundo orden del universo, el orden a causal, dice Jung y con él algunos físicos cuánticos que hablan de un multiverso, de universos paralelos.
Una tercera mirada, propia de algunas tendencias espirituales ubica a la coincidencia significativa como suceso ligado a la intervención en lo humano de una esfera trascendente, que nos entrega a través suyo un mensaje.
Personalmente, tengo frecuentes coincidencias de orden significativo. Por ejemplo, hace algún tiempo se me juntaron dos coincidencias en que participaba un pájaro y las leyendas de un país, Guatemala.
En el curso de Desarrollo Personal –Cambio Cultural que se efectúa los primeros sábados del mes, precisamente en Las Coincidencias, Isla Negra, hago una imaginería, en que en una instancia se invitaba a situarse en un bosque donde un pequeño pájaro preguntaba a los participantes sobre la identidad profunda. Al dar cuenta de la experiencia, varias personas se mostraron muy conmovidas por la cercanía con algunos pájaros, particularmente picaflores. Un asistente había ido el día anterior con un amigo a la Quebrada de Córdova. Allí, habían encontrado un colibrí parado sobre una hoja, aparentemente congelado. Decidieron llevarlo e intentar reanimarlo. El amigo, que manejaba el auto en que transitaban, para calentarlo lo puso bajo su chaqueta. En un momento dado, el pájaro empezó a moverse, detuvieron el auto y pusieron el pájaro en libertad. Demoró en hacerlo. Tras unos minutos, hizo un primer vuelo, regresó muy cerca, de ellos y, luego, se perdió en el horizonte.
Al regresar a casa y contarle el episodio a mi señora, ella me refirió que cuando niña tuvo un colibrí que comía de su boca. Al día siguiente, me encontré en la media mañana con mi hija que venía llegando de una asesoría en Guatemala y me trae de regalo el libro” Leyendas de Guatemala” de Miguel Ángel Asturias. A mediodía, vamos con mi señora a almorzar a un restorán y, al pagar, veo que la cajera tiene a la venta el citado libro de Asturias. Llego a casa y... tengo un mail de Guatemala de una persona que mi hija no conoce, que me envía un poema sobre... un colibrí.
Coincidencia con los colibrí y con Guatemala. No es el espacio para profundizar en lo sucedido. Lo que cabe es, anécdota en mano, volver a la relación con la amistad.
En mi perspectiva aquí hay algo distinto al orden habitual de las cosas. No es el gran misterio de por qué hay existencia y qué es nuestra mismidad, nuestro yo. Es una para normalidad. Algo ajeno a las regularidades previsibles del universo. Un tipo de hecho asombroso a la escala humana. No veo un mensaje contingente. Entreveo algo así como un gesto amigable para la condición humana. Como abrir una ventanita en el sentido de que nosotros, nuestra subjetividad, está asociada a eso que llamamos el afuera. Como si el mundo interno y el mundo externo tuvieran, en algún plano de la realidad, una especie de cordón umbilical. Veo eso como esperanzador. Lo siento amistoso.


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