sábado, 28 de noviembre de 2015

Para Fábulas y Para Mitos 12


Para Fábulas y Para Mitos 12

  NARCISO EN FAMILIA O MIRÁNDOSE EN
AGUA PURA

      El grupo se acercó al espejo de marcos dorados y, sin tardanza, se percibió hermoso, edificante, ganador, poderoso.

      Padre, madre e hijos se titularon grupo de nexos maravillosos, familia con brillo casi extrasensorial, geografía de privilegiada virginidad, intuición colmada, construcción luminosa.

      Complacidos, siguieron buscando esa imagen tan grata en las voces de los otros. Pusieron cuidadosa cañas en los alrededores, en los rincones alejados, en la mar gruesa. Los otros y las voces, como un eco del espejo dorado, repetían, incólumes: padres e hijos edificantes, ganadores, poderosos, hermosos.
      Si se reunían entre ellos, como un surtidor elocuente brotaba, redondo, impertérrito, grato, el mismo consenso.

Cuando estaban solos, cada uno se volvía espejo y se confirmaba, certero, el juicio general: grupo inédito en lo poderoso, hermoso, edificante, ganador.

Sucedió lo imprevisto. Cierta vez les correspondió pasar por el estero. Agua. Una modesta corriente de agua, bien conocida por su franqueza a toda prueba.

Esperaban observar el retrato dorado, el de los otros, el de ellos mismos, el del espejo espléndido.

Les hará bien evaluar lo que el agua mostraba, sencilla, sin aspavientos. Cambio notable. El reflejo era claro; estaban, nítidos, la madre, el padre, las hijos, pero el grupo no existía. Entre uno y otro, sólo había desnudo.



 Para Fábulas y Para Mitos  13

Algunas infidencias sobre la vida de Caperucita

Caperucita  de todos los colores y el Juicio Final.
Una fábula  abierta sobre los juicios rápidos y categóricos, frecuente obstáculo para la amistad profunda.


Poco después  de su reconciliación con los terrores negros  y  quedar libre de las recurrentes pesadillas con lobos, Caperucita empezó a  hacerse notar entre sus compañeras y compañeros  de curso por su tendencia a dar juicios muy rápidos y categóricos.
 Un día, su amiga  Caperucita amarilla le confesó, con timidez, casi balbuceando, que se sentía enamorada. Caperucita, la llamada Caperucita Roja en  tiempos un poco añejos, le interrumpió, cortante con un “ Son  fantasías de adolescente…ni lo conoces…ponte en la realidad.”
Otra vez, Caperuzón Verde le insinuó que , tal vez , aunque ella ya estaba tranquila,  sería mejor que conversara con un psicólogo. Caperucita  le espet+o sin vacilar, un rótulo de cientificista, amedrentando al muchacho que ya soñaba con estudiar medicina.
 En otra ocasión, Caperucilla naranja se acercó, cansada, con la respiración jadeante, de regreso de una excursión a un cerro cercano, recibiendo de Caperucita Roja un comentario seco , esquemático, definitivo, casi óseo:” gasto inútil de energía en período de crecimiento”.
La seguridad de Caperucita, con sus juicios  como relámpagos fulminantes, con la duda expurgada hasta varias generaciones, impresionaba a todo el mundo, hasta el punto que el Director de la Escuela le propuso la organización de una Sociedad de Debates.
Caperucita  inició lo que iba a ser un programa de discusiones con el tema del sentido  de la Escuela. Abrió la sesión con una propuesta: la escuela es una pesadilla peor que la del lobo. A los que se atrevieron  a disentir les conminó a ir al bosque , para comprobar que el lobo no existía y, en cambio, la Escuela era bastante tangible. En eso, intervino un Caperucín  de los sin color definido y propuso, con audacia , un nuevo tema de debate, a saber , cómo se desarrolla el juicio crítico…. Todos miraron  con aprensión a Caperucita. Cómo reaccionaría . Llegaría a expulsar al imprudente.  Lo haría allí , delante del director. La Presidenta de la reunión , tomada un poco de sorpresa , respondió con dureza : “ese es un tema para el juicio final.”
Fue un momento de quiebre en la dinámica grupal , saltaron varios voces recordando que las autoridades del Juicio Final se tomaban bastante tiempo toda una vida antes de dar sus veredictos.       



Para Fábulas y Para Mitos 14
VINCULOS

Caperucita, no subas muchos pisos ...

Inútil advertencia. Letanía repetida sin fe, recordando el compás de los viejos trenes en las pampas interminables.

La abuela tomó con cuidado su propio esqueleto y empezó a reponerlo, como acostumbraba hacia los crepúsculos. Los movimientos, antiguos se sucedían, en sordina, mientras descendían hacia la anciana, sin ser llamados, como hojas bogando en una brisa discreta, los pensamientos más sociales del entorno.

            Espera en escasez, tenue basta lo sórdido, cuando Caperucita recorre las distancias hasta el piso cien mil, en grandes pájaros colectivos de vello sedoso. Caperucita no te atrases, opta por los caminos más certeros. No te confundas en la poesía de las nubes. Sigue al piso definido tras el piso. Caperucita deja la fantasía. En un día hermoso recuerda esa leyenda del lobo de los antiguos manuscritos. Caperucita no sueñes. Olvida.

El lobo no existió. Lo dijo el sabio: tienes atavismos, ‑cuidado, el último soñador de las tardes falleció hace medio siglo, cuando se restablecía en un viaje espacial.

Ritual de juntar los huesos en cada atardecer. Zozobra de no saber cuando volverás. Regresa. Los pisos son muchos, Hasta los arreboles; se cansan y dejan de saludar a muchos de ellos. Caperucita, cuidado. No debieran llamarte Caperucita.

¿Qué haces? Por qué no puedes ser honrada como yo, enemiga de tomar pensamientos ajenos. Caperucita, vas recordando pisos y pisos y me avergüenzo porque sé ... robas los sueños de los vecinos, aquellos que guardan para despertarlos y vivirlos, formalmente, cuando duermen. Caperucita no subas más pisos…...

Caperucita, tan agitada, ¿por qué tienes esos ojos tan llorosos?

Abuela, lo encontré ... pera no quiso hablarme, sólo desea conocerte a ti.


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