Desarrollo Personal y Cambio
Cultural 9
DESARROLLO PERSONAL,
DEMOCRACIA Y NECESIDADES
HUMANAS 1
Vivimos en una época donde la democracia está en todas
partes aunque es demasiado leve, tiene tan escasa intensidad, que solo se la
identifica cuando desaparece, cuando se la echa de menos. Contamos con
declaraciones en favor de los derechos humanos, con discursos, con muchísima
retórica, en que se enaltece la democracia. Por definición, democracia es
gobierno del pueblo, de las mayorías. Las mayorías, es cierto, eligen
gobernantes, legisladores y autoridades locales. Sin embargo, no expresan
opciones sobre lo más medular, la calidad y el sentido de la vida. Grupos de
personas especializadas dan informaciones, evaluaciones e ideas sobre la marcha
del desarrollo humano. La ciudadanía, como conjunto, no interviene en ello. Se
da, incluso, una tendencia de los sectores más sensibles a la cautela de los
valores humanistas que propugna canalizar la atención de las personas hacia lo
local, lo pequeño. Lo emblemático es el predicamento de "lo pequeño es
hermoso". Lo pequeño, insigne redundancia, es pequeño, hermoso o no tan
hermoso... Distinto es el dictum de "pensar globalmente y actuar
localmente", aunque, de nuevo, se cae en lo obvio ya que todo actuar es
localizado, sea grande o de poca extensión. Hay que empezar por pensar
globalmente, siempre fue así y con más razón ahora, en un mundo globalizado.
La democracia "realmente existente" es
laminar, tiene poco espesor, fija límites al ámbito de intervención de las
autoridades, establece derechos absolutos de propiedad, llama a mover el lápiz
en consultas periódicas sobre el ejercicio de cargos. La democracia legítima,
la del gobierno del pueblo, requeriría la intervención de la ciudadanía en la
dirección del desarrollo, en la calidad de la convivencia, en la cultura, en el
establecimiento de proyectos de desarrollo personal, vincular y grupa]. Es allí
donde se hace presente una ausencia, la de la autonomía crítica, profunda. Por
falta de condiciones económicas y/o, culturales, por carencia de conciencia
humana, conciencia de la condición del ser humano, de la época y el momento
evolutivo, de la trascendencia de la vida de cada ser humano, de la
trascendencia de la vida.
Por esa dirección va el objetivo del desarrollo
personal orientado a la conciencia humanista, de la educación para la vida, de
la salud integral, de la democracia profunda... facilitar el ejercicio de ser
personas, de desarrollar lo humano. Es, cómo dudarlo, un propósito utópico, o
relativamente utópico, ya que cuenta con realidad y viabilidad en algunas
partes, en personas, grupos y redes que a través del orbe buscan formas de
contribuir a un cambio de paradigma, de las bases de la cultura... El poder,
claro está, el macro poder y el poder capilar de los pequeños espacios,
discurriendo en las creencias en boga, se orienta en otro sentido, busca
mantenerse en lo fáctico, en lo separado, en lo competitivo, en lo acumulativo,
en lo mensurable. Se apoya en una estructura de carácter que recorre el mundo,
el modo de ser autoritario. Con gobiernos militares o civiles, con reyes o
presidentes, con sistemas feudales, coloniales, neocoloniales, socialismos
burocráticos, capitalismos incipientes o avanzados, premodernidad, modernidad o
postmodernidad... la cultura contribuye a la cristalización de un conjunto de
rasgos que perfilan el modo de ser, el síndrome autoritario. Su caracterización
constituye uno de los logros más interesantes del siglo veinte.5
En el modo de ser autoritario se actualiza una
proclividad a enmarcar las acciones, sin sentido crítico, en las polaridades
del mandar u obedecer. Se manda a los subordinados, se obedece a los
superiores, sin apertura, sin reflexión, sin concepción de diálogo. Un ejemplo
demostrativo se encuentra en la conducta de Eichnamn, burócrata del exterminio
en tiempos del Tercer Reich, tan bien documentado por Hannah Arendt 6 El
público ha conocido la impactante evidencia de la patología del obedecer,
presente en las personas más insospechadas, a través de las investigaciones de
Stanley Milgran, donde se muestra al extremo a que pueden llegar "buenos
ciudadanos" por obedecer a los que legitiman como autoridades.7
Entre los rasgos más notorios del modo de ser
autoritario, se destacan la tendencia a los prejuicios y a los estereotipos, la
rigidez, el desprecio a las minorías y la admiración por la fuerza, el rechazo
a la ambigüedad, la distancia ante lo subjetivo. En el trasfondo podemos situar
la hipótesis de Sartre según la cual el antisemitismo se basa en el rechazo a
la condición humana. Se busca seguridad, estructura, negando la
"viscosidad", el "para sí", la interioridad. "El
antisemita es el hombre que quiere ser peñasco implacable, torrente furioso,
rayo devastador, todo menos un hombre'? En el autoritario, de cualquier
ideología o nivel de pragmatismo, hay un proyecto de vida primario,
inconsciente, apoyando la búsqueda de seguridad profunda, ontológica, no
asumiendo el vértigo de la condición humana.
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5 T. W. Adorno y otros.La Personalidad Autoritaria.Ed.Proyección.Bs.As. 1965.
6 Hannah Arendt. Eichman
en Jerusalén. Ed.Lumen.Barcelona. 2000.
7 Stanley Milgran.Obediencia
a la Autoridad. Ed.Deselee deBrouwer. Bilbao.1980.
8 Jean Paul Sartre. Reflexiones
sobre la cuestión judía. Ed. Sur. Buenos Aires. 1948.
Continuará
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