Entre la
Separación y la Integración 39
Hefestos
arquetipo de la Resiliencia
La amistad como fuente de resiliencia
El
mito y arquetipo de Hefestos ( Vulcano romano)
Dicen que
Hera, la muy celosa esposa de Zeus,
estaba muy herida y, también , notoriamente, confundida. No se
trataba de la ira unida al deseo
irresistible de venganza tantas veces experimentado hacia las parejas de su
esposo , ante la percepción de su
interés por otra mujer diosa , semidiosa o humana, la consiguiente infidelidad, la evidencia de un embarazo, la inminencia del
parto, la aparición del niño o la niña
con mayor o menor relevancia en el Olimpo. Se trataba de
una situación nueva: Había nacido una hija, un ser formado y hasta armado, de la propia cabeza de Zeus.No había por dónde encauzar la vivencia de que había sido despojada de algo muy de su identidad, de su rol, de su incumbencia. Si, había una figura
materna, Metis, pero Zeus la
había, literalmente engullido, estando
embarazada , ante el temor
de que de
ella naciera un hijo que lo iba a destronar, siguiendo la tradición de él con Cronos y de Cronos con
Urano.
Metis era la diosa de la sabiduría, por lo que la
recién nacida, tan madura y segura de sí
misma iba a ser… quien
ella ya anticipaba, Atenea, la diosa de la sabiduría, muy cercana a
Zeus, muy distinta a ella, diosa temida, pero con su mundo tan limitado, tan poco feminista.
Rondaron las fantasías y pronto llegó algo como un remedo del rayo de su marido,
como una iluminación, un proyecto, un camino: ella también tendría un hijo, sin violar su
orientación básica hacia la fidelidad . Tendría un hijo
sin partcipación de pareja alguna.
Más allá de las posibles dudas de los doctos obstetra, Hera cumplió su
propósito, fue un embarazo sin
molestias, bien disimulado,y un parto tan placentero que sorprendió
a su fiel ayudante Ileitas,la
diosa de los partos.
Se decía en el Olimpo” los dioses proponen, pero el destino dispone”. El remedio era peor que la enfermedad. El niño, su niño, era muy feo. Tocada en su ego, ciega de frustración, de una rabia que tocaba la raíz
de su autoestima, sin mayor reflexión
tomó al niño y lo arrojó Olimpo abajo.
El niño, de constitución fuerte, bajó , voló ,del cielo a la tierra ,
madurando en el largo camino y cayó,
finalmente, en el mar. Muy cerca estaban
conversando dos habitantes de los
dominios del Dios Océano, Tetis y
Eurinome, quienes ,solícitas,
amistosas ,llegaron de inmediato junto al niño, lo secaron, lo abrigaron, lo
alimentaron y lo llevaron a vivir con
ellas a una gruta submarina de propiedad del viejo y bondadoso Dios Nereo.
Muy pronto, el niño
mostró dotes sorprendentes.
Silencioso, trabajador, asombrosamente creativo, organizó un taller y empezó a forjar collares, arcos, muebles, con una facilidad
inusual para la época, incluso para
el ámbito que , si no era Olímpico, no dejaba de ser
divino.
Era Hefestos,
un dios, un dios olímpico en el exilio,
en un “descielo”.
Pasaron nueve años. Tetis y Eurinome vivieron felices; Hefestos siguió maravillosamente creativo. Un día, Hera
y Tetis se encontraron. Después de los
saludos de rigor, Hera se vió
impulsada a hacer una pregunta sobre un broche que llevaba Tetis:¿ Es
tan hermoso, quién lo hizo?. Temis, insegura,
quiso desviar el tema , pero Hera , como poseída por algo ajeno a su conciencia, insistió en su
interrogante. Tetis terminó
por compartir toda la historia de
Hefestos, desde su caída al mar. La
reacción de Hera fue de madre y de autoridad: “Mi hijo debe ir
al Olimpo”. Su voluntad fue prestamente obedecida.
Así fue. Hera, con la complacencia de Zeus, proveyó facilidades mucho mayores que la gruta de Nereo para que su hijo trabajara
con potenciación de su industriosidad
y su creatividad. Hefesto desarrollaba un proyecto de vida centrado en el hacer creativo. Pasó la fronteras de la
magia. Asombró a los mismos olímpicos construyendo dos
asesoras de oro , capaces
de realizar tareas de apoyo e ,incluso ,de hablar. Ideó trípodes con capacidad para moverse solos e ir y volver de las dependencia Olímpicas.
De improviso,
todo se volvió negro, muy hostil y peligroso.Hera participó en un
verdadero golpe de estado contra Zeus
y su marido la castigó surpendiéndola en el espacio. Hefestos quiso establecer un camino de resolución de
conflictos, usar su creatividad para conseguir el perdón para su madre. Fracaso absoluto, Zeus no escuchó razones, se enfureció y arrojó
a Hefestos fuera del Olimpo, El dios, inmortal aunque no invulnerable ,cayó , esta vez,
sobre la tierra , se rompió ambas
piernas y quedó
discapacitado para siempre.
Zeus luego se
arrepintió ,lo admitió nuevamente en el
Olimpo. Hefesto siguió con su trabajo
que alcanzó frutos tan notables como el
escudo de Aquiles , los arcos de Artemisa y de Apolo, las armas de
Hércules, la hoz con que Perseo decapItó a la medusa, la corona que llevaba
Ariadna en su boda con Dionisos…
Sin embargo, su vida
siguió teniendo problemas. Por una parte, los dioses, elitistas, se
burlaban
de su
dedicación al trabajo manual y, estetas,
descalificaban su apariencia
de cojo ,feo, permanentemente sudoroso.
Por otro lado, se casó con Afrodita, según dicen por presión de su madre , a pesar de que su verdadero
amor era Atenea. Afrodita le fue infiel, especialmente con Ares, el
menos creativo y artista de los dioses. Hefesto intentó una
acercamiento apasionado a Atenea, ella
lo rechazó, pero se manchó con su semen, lo lanzó a la tierra y.. de allí nació Erictonio
el fundador de Atenas.
La vida de Hefestos, estuvo llena de terribles sinsabores .Fue dos veces arrojado
fuera del Olimpo, una vez por la
madre,la otra por el padre o padrastro.
Engañado por su mujer, rechazado por su amada, despreciado por los pares Sin embargo, fue un gran creador y
estuvo lejos de comportarse como una víctima crónica.
Quienes lo conocieron atribuyen esa capacidad de resistir lo adverso, esa
resiliencia, a la comprensión, a la
bondad, a la disposición a
dialogar de las personas que estuvieron con él, lo cobijaron en sus primeros
9 años, Tetis y Euronime.Dos personajes
que también se beneficiaron de la experiencia de haber
acogido a Hefesto, Tetis como
madre de Aquiles , Eurinome como madre de las
tres Gracias.
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