Entre la Separación y la Integración 33
Apolo, arquetipo del equilibrio 1
Vimos como
Atenea era un arquetipo de una condición
que suele confundirse con la
sabiduría, la capacidad de aplicar
conocimientos ,imaginación y experiencia
para llevar a cabo determinados propósitos,: la inteligencia estratégica,
distinta de la sabiduría.
Pasamos a
conversar de Apolo, el dios del equilibrio,
al que Nietzche considerado
símbolo de un polo en la
vida personal-cultural, lo apolíneo, lo
equilibrado, en contraste con lo
dionisíaco, lo exaltado.
Introducción
EL problema de
la integración, de lo apolíneo, en medicina, en salud , en los paradigmas culturales básicos.
La
integralidad es una idea fuerza muy compleja y, a la vez, el objeto de una
retórica vacía. Corresponde a la necesidad profunda de establecer nexos y de
alcanzar completud y es, también, expresión de manipulaciones espúreas de
publicidad para el consumo. Apunta al desarrollo de la conciencia ética, pero
es, con frecuencia, mediatizada para los usos más triviales.
En
nuestro país, en el ámbito de la medicina y de la salud, coexisten, como en
todas partes, las búsquedas coherentes y las prácticas demostrativas
comprometidas con las actitudes escépticas, los afanes mercantilistas y los
reduccionismos burocráticos.
Es útil recordar algunos de los múltiples
aportes al desarrollo de la medicina integral en Chile que van desde la
concepción del Servicio Nacional de Salud y las entidades que le antecedieron,
las carreras universitarias de la salud, las antiguas Unidades Sanitarias,
hasta experiencias más cualitativas como la de Purranque, la del Centro de
Demostración de Quinta Normal, Medicina Psicosomática del Hospital Salvador,
Medicina Comunitaria, el Centro de Antropología Médico Social, el Caimi, Cespo,
la Vicaría, Quillahue, Cis, Cisme, Fasic, La Caleta, Gradas, Tideh, Soinde,
Ciaspo, Colectivo de Atención Primaria, Paesmi, Cintras, el conjunto de los
Cosam… para mostrar una lista larga , de todos modos muy incompleta ,de aportes
multifacéticos a un marco referencial que todavía exige mucho camino de elaboración.
En esas
instancias de acción y reflexión, tal como en la vida diaria ciudadana, en
general, no ha sido fácil distinguir puentes y fronteras, matices diferenciales
y sobreposiciones de la salud integral y de la medicina integral. Sin embargo,
haciendo una síntesis, forzosamente arbitraria, emerge entre los rasgos
destacados de la concepción- valor¾ aspiración a la medicina integral ,el
asumir una relación de todo a parte, la medicina entendida como “partícipe”,
como contribuyente, un factor que interviene en la actualización de la salud.
Hay un cierto paralelismo o analogía con los deslindes entre salud y enfermedad
en que, aunando, también, la apreciación de la continuidad y de lo específico,
puede decirse que la enfermedad “participa” de la salud, es un aspecto de ella.
La
búsqueda de marcos de referencia y de caminos operativos en lo que respecta a
Medicina integral ha contado con responsables, asistenciales, docentes y de
investigación, que se desempeñaban ¾o lo hacen actualmente¾ con parámetros disciplinarios,
antropológicos y epistemológicos bien delimitados y asumidos.
En
contraste, la noción más abarcativa e inasible de salud integral transciende
las demarcaciones habituales en lo disciplinario y lo administrativo. Es objeto
de interés de las llamadas medicinas “no ortodoxas”, concurren a su utilización
conceptual movimientos sociales, críticas culturales y partícipes en nuevos
referentes epistemológicos. El término salud integral se aplica, fuera del
ámbito de la medicina y los individuos, a la consideración de la dinámica
social, de las ideas, de la cultura, del perfil del desarrollo humano. Sin
dejar de ser parte del quehacer y el lenguaje de las profesiones de la salud,
los términos son aprehendidos por políticos y simples ciudadanos, educadores,
cientistas sociales y buscadores espirituales.
Para
hacer real la estrategia de atención primaria, para contribuir a revertir las
tendencias individualistas deshumanizadores en atención médica, para apuntar a
un desarrollo social saludable, es importante buscar formas de ahondar en las
concepciones de salud y medicina integral y en las relaciones entre ellas.
En este proceso entramos a perturbar creencias
muy establecidas, a sacudir modorras, al riesgo de provocar miedos al cambio y
a la perdida de lo conocido. Es el terreno ineludible de la dinámica, de la
confrontación
de
paradigmas culturales básicos. Es la discusión acerca de concepción de
realidad, de conocimiento, de ser humano. Es mirar más allá de la modernidad.
Se llama
paradigma al modelo, al marco consensual de ciencias y prácticas de una
comunidad científica. Por extensión, se plantea una noción más amplia, la del
paradigma cultural básico, que se refiere tanto al como conocer como a los
grandes contenidos de la visión de mundo y de evolución humana posible y
deseable.
Hoy vivimos, dentro de una crisis de
civilización, la coexistencia y el enfrentamiento de paradigma básicos. La
valoración y la conceptualización de la integralidad son parte substantiva de
esta crisis y confrontación de tendencias.
La noción
de integralidad puede ser instrumentalizada en un simple sentido retórico, como
un elemento de legitimación, de autovalidación, de promoción de intereses o de
mero relleno. Proliferan los negocios denominados “medicina integral”, en que
es difícil encontrar algo substantivo, de profundización ética o de búsqueda o
hallazgo de puentes entre lo físico, psíquico, ecológico y espiritual o
cualquier otro de los planos integradores en salud. Lo mismo puede decirse de
cierto uso ritual de las palabras “integral” o “integrado”, referidos a salud
y/o medicina, en los programas públicos o del sector solidario, en que no hay
reconocimiento de la complejidad de las dificultades que involucra una
propuesta “integradora”.
El aviso
mercantil, seductor o estridente, señalando los presuntos méritos de una
clínica de “atención integral”, o el discurso funcionario que reitera un
énfasis en el término sin profundizar en sus alcances, representan una misma
tendencia evasiva, enajenante, ajena al conflicto de fondo entre el
reduccionismo analítico de la modernidad y el emerger de lo holístico, a la
tensión entre paradigmas básicos. Fuera de la sintonía con la colisión entre la
visión del mundo cartesiana, de lo claro y lo distinto, lo objetivo netamente
separado de los subjetivo, y la apertura real, no de pura fórmula, a un
universo de relaciones, a la integración.
Se hace
necesario profundizar en las implicaciones paradigmáticas de la integración, de
consuno con un rigor y alerta ante las confusiones que produce la retórica
comercial o burocrática.
El
arquetipo de Apolo se hacd presente.
Continuará.
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