Revista
Co.incidir 11
Enero 2015
Enero 2015
Palabras e
imágenes donde se encarnan sentires amistosos, deseos de diálogo entre quienes
transitando por caminos sociales, por puentes interpersonales, por búsquedas
interiores por los rigores de la ciencia, por desfiladeros filosóficos, por los
horizontes espirituales, por senderos metafísicos, por el compromiso con el juego de los
niños… van anhelando y
construyendo una cultura de paz, de justicia, de armonía con la naturaleza, de relevancias del sentido.
Nada vale más que una vida, luchen por la Felicidad
José Mujica
¡Bienvenido 2015, bienvenido a co.incidir en un mundo azul!
Edición General
Luis Weinstein
Edición final y diagramación
María
Alicia Pino
Comité Editorial
Catherine Fieldhouse, Rancagua
María
Alicia Pino (Malicia), Santiago
Mirenchu
Pinto, Las Cruces
Brigitte Aubel, Santiago
Julio Monsalvo, Formosa, Argentina
Claudio Schuftan,
Vietnam
Eduardo Yentzen,
Santiago
Pablo
Porcel Santiago
María
Teresa Quintino, Las
Cruces
Judith Rees, Santiago
Maria
Teresa Pozzolli, Santiago
Mónica Gavilán,
Talagante
Alberto Valente,
Buenos Aires
Jorge Osorio, Valparaíso
Jorge Flores,
Santiago
Juan Carlos Etcheverry
La Paz, Bolivia
Millaray Arnal,
Cartagena
Carmen
Gloria Rojas, Rocas de Santo Domingo
Patricio Alarcón, Santiago
Sofía Orellana,
Santiago
Cecilia Montero, Santiago
Carmen Ibarra, Santiago
Alfred Asís, Isla
Negra
Verónica Garay, Quillota
Jean Jacques PIERRE-PAUL, Las Cruces
Alejandro Illanes, Santiago
Vicente Ortiz,
Santiago
Camila Troncoso, Santiago
Elena de la
Aldea, Buenos Aires
Nelson Arellano, Viña del Mar
Iris Leal, Pucón
Claudia Bahamonde,
Punta Arenas
Eduardo Acevedo,
Santiago
Luis Weinstein, Santiago
Reinaldo Bustos,
Santiago.
Sergio Quintana,
Alemania
Draco Maturana,
Castro
Nicole Vasquez,
Santiago
Redes y agrupaciones Co.incidentes
Un abrazo
a algunas agrupaciones amigas
Saludamos con mucha
amistad y alegría a:
Las
Revistas
Insomnio, Monde
Diplomatique, Occidente,
Polis, Somos, Mensaje, Aquí
Las Cruces , Iniciativa Laicista,
el Proyecto de reiniciar El
Filósofo Callejero y la Revista de
Educación de Adultos y Procesos Formativos de la Universidad de Playa Ancha, Primeros Pasos Ediciones,
La Publicación
Periódica Reportaje a la Cultura
Contemporánea de Oscar Román
y Silvio Roncone, las
publicaciones virtuales Algarrobo
al Día y Aquí Las Cruces.
¡A completar!
Las Editoriales
Lom, Cuarto Propio, Ril, Tralcamahuida, Caballo de Mar, Ambos,
Una temporada en Isla Negra, Manual Ediciones, Lolita.
¡A completar!
Las
agrupaciones
Agrupación Cultural de Las Cruces, las
iniciativas Alegrémicas,
Proyecto Aurora, Casa Museo Pablo Neruda de
Isla Negra, Casa Museo La Sebastiana, Valparaíso
Centro
Huara de medicinas integrativas,
Centro Indigo, Corporación Arte y Ecología, El
Canelo de Nos,
Instituto del Bienestar,
Las Coincidencias, Los Azules, Artesanos de la
Plaza Eladio Sobrino de Isla Negra, Arte y Ecología,
Chile Inteligente, Centro de Estudios para la
Calidad de Vida,
Cons-pirando, Departamento de Cultura del
Colegio Médico de Rancagua, del Departamento de Cultura del Colegio
Médico de Santiago,
Instituto del Pensamiento Complejo, Líderes
Culturales,
Poetas del Mundo, Sin nombre del viernes,
Grupo Sueños (de médicos poetas), Universidad
de Chile,
Universidad de Valparaíso, Usach,
Yohanan (Centro de Medicina Antroposófica)
Grupo La Runfla, Grupo los Jardineros, Grupo
Matices,
Grupo Educación para el Desarrollo
Humano
Grupo Desarrollo Espiritual, de Pucón, Grupo
Paranormales,
Programa Hermandad Literaria,
Comunidad terapéutica de Peñalolén,
Centro Arqué,
Centro Tremonhue,
Taller Literario de Adulto Mayor, La Mampara,
"Academia de Estudios e Investigación
Complexus Edgar Morín. AEICEM"
¡A completar!
¡Ayúdanos a completar, a ampliar la red de Co.incidir!
Envíanos tus redes co.incidentes, nombres de grupos, revistas,
agrupaciones, centros, etc. Tenemos que propagar la gran red co.incidir por
todo el mundo, propagar la gran co.incidencia de co.incidir en ver un mundo más
azul.
Nota importante
que nos hará co.incidir
Se solicita que las colaboraciones no excedan
las seis páginas en cada número, con letra Time New Roman, tamaño14.
¡Gracias!
Índice
Cecilia Montero Pág.10
Saludo inicial
Alberto Valente Pág.18
Felicidad
Julio Monsalvo Pág. 21
Carta de un papá feliz a su hijito…
Patricio Alarcón Pág. 24
Para ser felices nacimos
Marcos Monsalvo Pág. 26
La Felicidad como Proyecto Político
Jean Jacques Pierre-Paul Pág. 35
Es demasiado fácil ser feliz, por
eso hay tan poca gente feliz
Elena de la Aldea Pág. 43
La Felicidad
María Teresa Quintino
Pág. 46
La Felicidad
Teresa Fertl Pág. 48
La Felicidad
Martha Pérez Viñas Pág. 52
La Felicidad Individual y Social
Luis Weinstein Pág. 61
De qué depende la Felicidad
La opción del zorro amigo del
Principito.
Moira Brnčić Isaza Pág. 64
El arte de vivir
Juan Carlos Etcheverry Pág. 68
Estación Felicidad
André Barré Pág. 72
Miedo
Verónica Garay Pág. 74
La Alegría de lo Pequeño
Alejandro Illanes Pág. 77
Agua y Vida
Jaime Yanes Pág. 80
Belafonta y su Caballo Alado
María Alicia Pino (Malicia) Pág. 88
Viene la niña con sus maletas de
agua y sol
Luis Weinstein Pág. 90
La Plaza del Desarrollo Personal,
el Cambio Cultural y la dimensión Poética de la Vida.
Julio Monsalvo
Pág. 96
El Rincón de la Alegremia
Saludo
Inicial
Cecilia
Montero
Alegría de campo vasco. Daniel Vázquez Díaz
FELICIDAD, POLÍTICA Y
CULTURA
La felicidad ha llegado al mundo de
la política. Se multiplican los
foros que tienen como tema la felicidad.
La propuesta que viene ahora de las instancias internacionales es la de
aumentar la felicidad de la gente. Existe incluso un indicador (el GNH o índice bruto de felicidad nacional) que
bien podría llegar a ser la punta de lanza de un nuevo paradigma de desarrollo.
Se menciona como modelo a Bután presentado como el país más feliz del mundo.
Extraña política esta de poner como
objetivo, susceptible de mediciones, lo que es un estado anímico que sólo se
vivencia en la intimidad de la persona.
Mas inusitada parece la propuesta si la contrastamos con la situación
que vive el planeta entre brotes
de violencia y desajustes medioambientales que amenazan la sobrevivencia de
poblaciones enteras. ¿Será que se
ha perdido la ilusión de lograr la paz, de superar la pobreza, de detener el
cambio climático? ¿Por qué recurrir a un remoto reino campesino para orientar
al resto de una humanidad enferma de capitalismo tardío?
Quizá la intención sea loable.
Supone, en todo caso, una escucha
ingenua. ¿Quién se podría oponer a la felicidad como meta? Otra cosa es
pretender conseguirla mediante ciertas políticas públicas, medirla, y esgrimirla
como referente en los foros internacionales. Que hablar de felicidad se haya
puesto de moda y que sea de interés de los políticos es una brecha para
observar cuales son los valores que están detrás de todo esto.
Una reciente visita a los pueblos que
habitan en los Himalaya-incluido Bután- motivó una reflexión acerca de la razón
de ser de esta campaña y la
diferencia entre la verdadera felicidad y la felicidad como política.
Gigantografía
de la pareja real en aeropuerto
de
Paro
En Bután la felicidad entró a la
política, a los asuntos del Estado,
en los años 70, de manos de un rey visionario, probablemente asustado por los hechos históricos ocurridos en
las tierras vecinas de Tíbet y
Nepal, el monarca captó la necesidad de orientar el desarrollo del pequeño
reino (700.000 habitantes). Consciente que la pobreza y el atraso eran una
fragilidad se propuso mejorar la educación y las condiciones de vida de su
pueblo. Legado que quedó latente en la familia real hasta el año 2008 fecha en que su nieto llama a
elecciones. El resultado de la democratización fue una política de Estado
innovadora y original que tiene
como pilares: el buen gobierno, un desarrollo económico no más allá de
lo sustentable, la educación para
todos, la preservación de la cultura y la protección de los recursos naturales. Hasta el momento Bután es el único país del mundo que
mide su progreso no por el crecimiento económico (PGB) sino por el nivel de
felicidad de sus ciudadanos (GNH).
Notable propósito si se tiene en
cuenta la falta de rumbo que hay en democracias más avanzadas. Un breve
recorrido por los poblados de Bután,
donde no existen los problemas sociales de las grandes ciudades
simplemente porque no las hay, lleva a matizar el modelo de felicidad nacional. Es cierto que la población es suave, amable,
que se respira el respeto por la cultura, por las generaciones mayores y por la
naturaleza. La vida cotidiana es
apacible como en toda región campesina. El turismo está tan regulado como para
dejar entrar divisas sin los efectos secundarios de la contaminación, los
mercados negros y el deterioro de las costumbres. Pero ya hay
presencia de todo ello. También se
observan prácticas de gobierno que llevan la impronta de una monarquía más que
de una democracia, el joven
monarca manifiesta una especial preocupación por su pueblo en gestos e iniciativas que conservan
el estilo jerarquizado y paternalista. Las prestaciones sociales son “otorgadas “ a cada uno en forma arbitraria por el
Estado. Por ejemplo un adulto en edad de trabajar tiene en principio un empleo seguro, pero
puede ser trasladado de región, de
vivienda y puesto de trabajo sin ser consultado.
El gobierno de Bután monitorea de
cerca los indicadores de felicidad. Comentarios recientes de miembros del
propio gobierno y de observadores extranjeros atestiguan que el GNH no ha
mejorado. El Estado no tiene
simplemente los medios para financiar su promesa en materia de educación,
vivienda y salud. La economía es
altamente dependiente de dos actividades: el turismo y la energía hidroeléctrica
que se le entrega a India a cambio de préstamos e inversión . La penetración
comercial y la inmigración india han traído consigo nuevos problemas sociales
(devaluación de la moneda nacional, delincuencia, usurpación de lugares
sagrados, desempleo, …), lo cual ha motivado medidas represivas contra la
inmigración, la disidencia en los medios e internet, el alcohol y el
tabaco. El turismo al interior del
país es controlado de cerca: lo
que los extranjeros ven es altamente pauteado y ensayado. No existen grandes medios
publicitarios fuera de los
oficiales (ver foto). Y todo esto ocurre al mismo tiempo que el Gobierno intensifica la
difusión- o propaganda- en el exterior sobre el tema de la felicidad.
¿Paradoja o manipulación? Para responder
a esta pregunta hay que entrar en la complejidad de lo que se llama felicidad
en esas latitudes. La felicidad de los butaneses entendida como estado anímico
colectivo parece más bien es el resultado no tanto de políticas sociales
deliberadas (las que por cierto son un piso) sino más bien de una integración
social conseguida por un conjunto de procesos de largo aliento. Una de las dimensiones más sorprendentes de la forma en que funciona
este país –ya entrado el siglo XXI- es la integración entre política, religión
y cultura. Esto se manifiesta en Thimpu, la capital. Como en todas las ciudades butanesas existe una dzong, una
suerte de templo/fortaleza antigua donde viven los monjes y se celebran los
festivales. Sólo que en la capital el edificio está dividido en dos: en una
parte funciona las reparticiones de gobierno y en la otra un monasterio budista.
La imagen es reveladora del principio de coexistencia de ambos órdenes que
impregna la vida social. En las escuelas se trasmiten los valores, cosmovisión
y prácticas de la tradición budista. Mucha familias envían a uno de sus hijos
al monasterio. Las generaciones mayores continúan con la práctica de la
meditación. Podríamos pensar entonces que por su aislamiento, su estructura
socio-política y atraso económico
Bután es un pueblo que ha conservado los valores compartidos. Pero de alguna manera eso nos atrae,
nos interpela.
El concepto oficial de felicidad
que los gobernantes de Bután
promueven trasciende los valores individualistas: “La felicidad no tiene nada que ver con el uso común de la
palabra para designar una emoción efímera y pasajera –feliz hoy o infeliz
mañana según alguna condición externa como el halago o la burla, la ganancia o
la pérdida. Se refiere más bien a la felicidad vinculante que viene con vivir
una vida en armonía con el mundo natural, con nuestros semejantes, y con
nuestra herencia espiritual y cultural. En suma con sentirse totalmente
vinculado con nuestro mundo.” [1] Bella definición que contrasta con la versión tecnocrática que nos llega de
este país. ¿Cómo podría un indicador como el GNH basado en encuestas medir esto?
La experiencia de la felicidad, como sensación sentida, remite
no tanto al yo consigo mismo sino a la relación entre lo individual y lo
colectivo. Sensación de tranquilidad, de pertenencia, de sentido, y de conexión (el entre-ser). La preservación de la cultura
propia, el respeto hacia los ancestros, el cuidado de los seres vivos, son
prácticas que mantienen esta conexión y que están presentes en otras latitudes. Valores que contrastan con las fuerzas de una modernidad que
presiona la tradición: la penetración comercial del el capitalismo vecino opera
como efecto de demostración hacia las nuevas generaciones. Los jóvenes se visten como
occidentales, no practican la meditación,
y aspiran a salir de su patria. Seguro que lo hacen buscando la
felicidad, otra, que bien
conocemos en Occidente.
La felicidad que todavía se respira
en Bután tiene sus cimientos en la cultura budista. También la observamos en otro
pueblo de los Himalaya, los tibetanos. Una diáspora forzada por la invasión
china que sigue manteniendo sus tradiciones. Los budistas tibetanos que habitan
en el norte de la India (Ladakh) y en menor medida en Nepal conservan esa forma
de inserción en el mundo a la que aspira activamente Bután. Portadores de una
tradición viva los budistas tibetanos tienen la espiritualidad muy presente en
la vida cotidiana (ritos, mantras, ofrendas).
Pero sería un error reducir su
experiencia a una conducta religiosa o ritual. El objeto central del budismo no es devocional sino mental.
Como decía el recientemente fallecido maestro Drupong Sonam Kunga “Budismo es entrar en la mente, limpiarla y
hacerla feliz”. Es lo
que se enseña y se practica en los monasterios ubicados en las alturas de los
Himalaya.
Lo que podrían estar perdiendo los
butaneses, los tibetanos lo cultivan. Ahí están las stupas, las campanas de
oración, los templos visitados diariamente para recordar el trabajo de cada
día: limpiar la mente. El sufrimiento de todo un pueblo tiene sus frutos. Han
perdido su tierra pero conservan su cultura. En forma silenciosa los budistas
tibetanos resisten, sobreviven y se organizan para mantener la verdadera
felicidad. La sonrisa de los niños y ancianos tibetanos la transmite. Como dice el maestro y poeta Thich Nhat
Hanh hay una conexión muy profunda entre el dolor y la felicidad así como entre
el fango y el loto. Si huimos siempre del sufrimiento no nos liberaremos de
él. No hay recetas para la
felicidad, la felicidad es el camino.
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