El Arte de Vivir 34
Una forma de comunicación
La Revista Co Incidir 10 .
Diciembre 2014
Primero parte
Saludo
Inicial
Luis
Weinstein
¡¡¡Sawabona!!!
Es el saludo de los
zulúes, que significa: te respeto, te valorizo, eres importante. A lo cual responden: Shikona, entonces
yo existo para ti.
Te respeto, somos
compañeros existenciales, necesitamos decirlo, vivirlo, en este tiempo de
muchedumbres solitarias, de seres humanos
unidimensionales, ensimismados con prótesis tecnológicas, ajenos a
la necesidad de justicia y de
respeto a la diversidad, de búsqueda de armonía con la naturaleza.
Sawabona a las minorías críticas que con su testimonio de vida aportan al
cambio hacia la coexistencia en
cooperación y equidad, apuntado, con alta
“alegremia” y “amistosofía”, a la
sustentabilidad, a la ecología
ambiental, social, subjetiva, del yo.
Nuestra revista Co.incidir
se va consolidando. Hay personas que
la esperan, existen personas deseosas, de colaborar, nos sentimos contentos de la buena acogida a un medio en que conviven, en buena
lid, ensayos enjundiosos, narraciones donde discurren el
pulso literario y el ingenio, poemas en que caben, en buena armonía,
la sensibilidad y la libertad
imaginativa.
Sobrevivimos de la alta
mortalidad infantil de las revistas, sin entrar en el mundo mercantil, sin
abandonar una práctica coherente con nuestras metas, tratando de no perder oportunidades de establecer
puentes con personas y proyectos afines. Ellos existen y son
muy importantes para nosotros.
Sawabona
Malvina
Álvarez
EL VIENTO Y LA LAGUNA
Nací oculta
entre las profundas hendiduras
rocosas de la cordillera
protegida por quilas y cañaverales
las aguas de la lluvia
en su loco descenso desde los montes
las apozaban en
mi naciente espacio
las rocas, los troncos y árboles
tallaban mi contorno
dándole
como semblante
la figura
atrayente de una laguna.
Cada mañana, al despertar
el eco hacía retumbar mi voz
en la frondosa
floresta
repitiendo
quiero vivir, crecer
y amar
arrancaré la música de la arboleda
y del silencio nocturno,
la paz y la quietud.
Serviré a los barqueros que navegan
sobre mí, a los pastores que guían su rebaño
hacia tiernos pastos
y con mis
reflejos lunares
seré cómplice del amor de los jóvenes
e inspiración de leyendas tradicionales.
Varias veces he
sentido caer las hojas amarillas
de los árboles, las gotas de los aguaceros
tintinear en los charcos
los brotes de las flores aparecer y
el fastidioso calor penetrar en el ambiente
el ciclo de las estaciones iban haciéndome mujer.
Con periodicidad
el aliento del viento
llegaba a mí, me
acariciaba y se retiraba
ronroneando por los bosques el cantar de los abedules.
Una oscura noche apareció
sacudiendo los árboles y arbustos,
los relámpagos arañaban el cielo
él venía cargado
de odio, lloró rabias
sopló con violencia mi área
la que se levantó en espumantes crestas
entre ellas él
se acurrucó
buscando la paz y la tranquilidad de mis aguas
acogí con cariño a mi amado
proporcionándole
el afecto que requería
El Alba, abrazados, nos
despertó
la nubecilla que nos acompañaba,
se llevó sus penas
recibimos la luz de los primeros rayos de sol
teniendo para siempre
como techo
el cielo azul.
André Barré
L U C Y Y
YO
E T I O P Í A
- 3.3
Un cometa veloz
iluminó
la noche de lunas
una
música diáfana de neutrinos
inundó
la astrosfera
un
paisaje planetario, árido y bello
acunó nuestro lecho.
Los brazos fuertes y velludos de Lucy
estrecharon
mi pecho
contra
el suyo
cubiertos
por helechos.
Era
un día más de la larga noche
estelar
y
yacía prendida a mí,
vestida
de nada.
Sus
ondulantes labios rozaban los míos
que
estaban fríos
de
ser yo mismo
y
ella, tierna, cálida,
sorprendentemente
hermosa
retozando
contra mi cuerpo
sus
largas uñas rascando mi espalda
incitada
por el calor de su amor.
Mi barba crecida se
enredó
con
los vellos de su cara,
que se me ofrecía como una quimera
bajo
sus espesas cejas, sus pequeños ojos
refulgían
como
brasas en sus órbitas simiescas
aspiré
su aroma a humo y selva,
al
yacer en mis brazos
sus piernas fuertes y
elásticas
retenían mi cuerpo de
semental
fuerte, varonil de Homo erectus
y allí en sabanas de
praderas dormidas
que asumo lejos
germinó mi vocación de
pensar y amar.
Su humor de hembra- mujer
transgenió mi cuerpo y el
ver,
de hombre-mono en otro
ser
que por primera vez, en
éxtasis,
vislumbré mi destino venir.
OTRA VEZ ÉL, EL ETERNO ÉL
Le
amo,
como
las rocas a la tierra
como
la tierra a los astros
siempre atraídos
por esa fuerza infinita
que en un soplo divino
creó el universo
y yo… dudando.
Lo sé,
es mi galaxia,
mi infinito,
cabalgo en las estrellas
suspiro los espacios sin horizontes
Siempre flotando,
en sueños,
ingrávido
exploro
y lloro.
En la duda de lo inmenso
lo veo
lo enlazo
lo siento y sufro,
a veces río,
en dudas insomne
y él siempre está ahí
observando
contemplando
preludiando
música celestial.
Y nada hace por iluminar
a
la gran duda
¡en angustiosa espera!
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