El Arte de Vivir 40
Destellos de la Vida Cotidiana
Cuando rondan los cuentos
EL QUE PESTAÑEA PIERDE
Fábulas Familiares (1965)
¾Habla
el amigo.
¾Como
usted es grande, seguramente no acostumbre escuchar cuentos. Lo comprendo. No deben
llegar en las voces o el agua de todos los días. Los grandes tenemos los
cuentos muy lejos. Son seres pálidos. Muy extranjeros. Los cuentos llegan a
grandes sin color. Me recuerdan un tiempo detenido por haberse vuelto
extranjero...
¾Dice
la madre: “preguntaba por mi niña”.
¾Dice
el amigo: “Contestaba con los cuentos pensando que los niños están hechos de
los cuentos”
¾Entonces
todo mi cuento se hizo niña.
Me dejó desnuda
¾El
amigo: “Escuche. Ya veo acercarse un cuento. Lo pondré entre los suyos apenas llegue. Siento el rumor.
Mientras viene, algo brilla en sus recuerdos. Vuelve un poco el calor.
¾Escuche.
Sé que puede pasar sin ser visto.
¾Parece
puras voces. Se escurre como el agua. Escuche. Algo queda.
¾La
madre “Volveré a escuchar”
¾El
amigo: “El cuento será suyo al decírselo a la niña. Sentirá el crujido de su
amiga. Verá de nuevo todos los colores”.
¾La
madre:¿ Mis cuentos? Sí, ya no tienen color. Se secarán…
¾Dónde
pondré el cuento si todo está tan seco?…
¾El
amigo: “¿Lo siente?”. Se acerca… “Erase una vez, cuando todo estaba muy seco…
¾Dice
la madre: “Mi niñita no lo oirá, será extranjero…”
¾Sigue
el amigo: “Una vez todo estaba tan seco que una niñita oía un cuento…”
¾La
madre: “Eran puras voces”…
¾El
amigo “La niñita no oía esos cuentos ya viejos, de los tiempos del juego
constante como el agua…”
¾”Estaba
seca, como si no le quedara juego en ninguna parte”.
¾El
amigo (deseando ayudar a que aflore el cuento de la madre)
“Si en algún país remoto eso pudiera suceder…”
¾La
madre. “Bueno, esa niña no podía sentir el sabor del juego.
¾El
amigo. “Se turbaba”…
¾La
madre: “Recogía la mirada…”
¾El
amigo: “Como un rocío, aleteaban las pestañas…”
¾La
madre: “Las pestañas turbaban por momentos el color de la mirada.
¾El
amigo:¿ Recuerda aquel juego…?
¾La
madre:¿ “El que pestañea pierde…?
(El cuento va brotando como un amanecer indeciso. A ratos da
la sensación de un fantasma haciéndose persona al entrarle suavemente savia de
la tierra.)
¾Qué
seca estaba la gata ese día. Sin nubes ni un maullido en el horizonte.
¾”Mamá”,
dijo, algo me pasa. No sé qué hacer.
¾Mamá
gata no sabía cómo contestar, “¿Hacer? Tus tareas”, dijo por costumbre.
¾”No,
las hice”. Fue una respuesta débil, en gris.
¾”Te
lavaste?”.
¾”Sonreí
con mi lengua en la cara”, dijo la niña-gata, borrosamente.
¾”Qué
hago mamá”, insistió la gata. Parecía hablar desde un pozo muy hondo.
¾El
gato padre, escuchando levantó el bigote.
¾Mamá
gato sintió una tormenta en el aire. El bigote hablaba. Papá gato se iba
enojado.
¾”Qué
puedo hacer”, dijo la gata, sin reparar en el tiempo amenazante.
¾Mamá
gato se asustó. Parpadeó rápido. Muy rápido.
¾Sintió
un soplo. Tal vez un viento niño de la tempestad en camino. Un recuerdo, sin
color, extranjero, tomó brillo de repente. Algo insólito.
¾”Gatita”,
llamó a la gata-niña. “Me acordé de un juego”.
¾Papá
gato tenía su bigote derecho.
¾Gatita
esperó, seca. Hueca.
¾”Juega
a mirar a papá, dijo la mamá: el que pestañea pierde”.
¾”De
veras? Sonrió, al decirlo ,el papá Gato. Qué bueno tocar ese juego, darle la
mano, reconocerlo. Por suerte no está perdido”.
¾”Sin
soplar en los ojos, dijo la gatita”.
¾Comenzaron
a mirarse, intentando sorpresa, turbase para hacerse pestañear. Tan ligero
hablaban, que no fue posible saber quién fue el dueño primero de cada palabra.
¾”No
te rías”
¾”Tú
te estás riendo, se te nota”
¾”Sostiene
la cara”
¾”Deja
los bordes en su sitio”
¾”Pestañea”
¾”Haz
una bandera con la lengua”
¾”Te
pican los ojos”
¾”Un
ratoncito se asoma a tu pupila”
¾”Eres
café costra de tierra”
¾”Eres
azul patio de cielo”
¾”Ríete”
¾”Deja
volar las pestañas, son libres”
¾”Sin
tocar con los ojos”
¾”Sin
mover las pestañas con la risa”
¾”Hay
secreto entre las pestañas y el bigote”
¾”Perdiste”
¾Mamá
(al amigo) “A quién se lo cuento – al papá o a la niña?
¾El
amigo pestañea. Luego, dice: “Esta pregunta es la fruta del juego, madura con
la vuelta de los colores en el momento en que los sueños dejan de ser
extranjeros.
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