Desarrollo Personal, Cambio Cultural
y Nuevo Paradigma (76)
La metodología de auto
desarrollo con la orientación de
la salud integral (15)
Desarrollo de la metodología(2)
La Disciplina Individual
(2)
La revisión de las últimas 24 horas
2.2 La
evaluación.
En la práctica autogestada se pasa, sin solución de continuidad, de la
descripción a la evaluación. Como queda dicho, en las demostraciones, a veces,
cabe hacer un corte en la experiencia para hacer señalizaciones. La evaluación,
o autocrítica, es la ponderación de lo propio en el sentido de lo positivo y lo
negativo, las dudas, lo inclasificable y la recuperación de lo que aparece como
u ti aprendizaje, vago y en ciernes o bien, formalizado. No se trata, como
emerge en los estereotipos, de destacar sólo lo negativo o de explicitar,
exclusivamente, las cosas bien definidas. En una primera etapa, la autocrítica
es, tal como se la piensa habitualmente, muy acotada a lo personal ‑«¿cómo lo
hice, cómo estuve?». En la medida que los sujetos van practicando y
adquiriendo, progresivamente, más fluidez, se incorporan, paulatinamente, las
instancias de identificación, la autocrítica, además de mi mismo, de mi
familia, mi equipo de trabajo, mi núcleo inmediato en definiciones de ideas o
en disciplinas de desarrollo personal. La evaluación tiene tres partes: La
primera se asocia a lo que es más axial del marco de referencia sobre
desarrollo humano, respondiendo a la interrogante de cómo me evalúo, de acuerdo
a mi concepción más global de como quiero ser como persona, se trata de visualizar
las nietas más profundas. Desde la perspectiva de la metodología que se
trabaja, en el centro está el procurar una ecología del yo, satisfaciendo,
inmediatamente, la necesidad de cohesionarse, de integrarse, de diferenciarse
y, al mismo tiempo, de desapegarse, de ponerse en el lugar del otro, de
trascender, de sentirse parte del proceso de desarrollo humano. Cada sujeto
debe encontrar ‑o vitalizar su propio marco referencial, evaluar según su
propuesta, su filosofía de vida reducida a lo más esencial.
En un segundo momento, se
pasa a considerar que se está particularmente «cuidando» en los rasgos
personales. Lo habitual es que se está «trabajando» alguna deficiencia ‑ser
autocentrado, ser tímido, ser altanero, ser iracundo, ser dependiente. Son
muchas las otras «debilidades» posibles que se desea ir consiguiendo, superar.
Es posible y conveniente, incorporar, también, la atención, el «pastoreo», de
lo que son «fortalezas», ventajas comparativas a las que se quiere seguir
enriqueciendo. Hay personas con facilidades de contacto, dotes estéticas,
condiciones para lo parapsicológico, solidaridad muy especial e infinitas otras
dimensiones «positivas» posibles que siguen a diario una evolución de cómo se
va perfeccionando, o no, esa cualidad.
En tercer término, está
la consideración de los emergentes, lo no esperado de la experiencia diaria.
¿Qué se puede aprender de ello?, ¿cómo se puede ir observándolos para formarse
un criterio? Entre los múltiples ejemplos esta la sorpresa por haberse avergonzado
de algo, incluso enrojecer sin saber por qué. Es un emergente, algo a tener
presente en las futuras evaluaciones. Otro caso, de reciente observación es el
de una persona que, haciendo una exposición sobre un tenia, notó de improviso
una facilidad especial para hacer asociaciones y seducir al público. Era algo
nuevo, difícil de ponderar entre positivo ‑la creatividad‑ y negativo ‑una
posible facilidad ambulatoria, en todo caso, un emergente, materia para el
proceso permanente de auto evaluación.
En la medida que se pase,
con el tiempo, a evaluar la familia y otros grupos, también habrá que seguir
estos caminos que se trifulcan, el contraste con el eje referencia], la utopía,
la razón de ser del grupo, las características positivas o negativas que se ha
optado por evolucionar, la sorpresa, lo nuevo, lo emergente.
El facilitador desarrolla
un guión de aproximadamente el tenor siguiente: «Llevamos a cabo la descripción
de nuestras 24 horas. Supongamos que hemos concluido. Estamos en una
demostración. Ustedes encontrarán el espacio y el momento para retomar el
ejercicio. Ahora, pasamos a la segunda fase de la revisión diaria, la
evaluación o autocrítica. Vamos a ver lo bueno y lo malo, aquello a lo que no
podemos poner nota, lo que aprendimos. No nos sintamos obligados a definirnos,
sobre todo. Puede haber muchas dudas. No nos paralicemos, tampoco, esperando un
juicio muy riguroso. Es lo que podemos hacer ahora, con el ejercicio que
tenemos en este momento...
Empezaremos pensando, por
un momento, en cómo queremos ser, cómo nos parece que debe «ser» un ser humano.
Hablamos del equilibrio entro nosotros y los otros, lo otro. Puede que en ese
momento se les haya hecho presente alguna distancia, otro centro, otro acento.
Vean lo que se les ocurre ahora, como definimos en pocas, muy pocas palabras,
cómo quieren ser. No lo olviden. Ahora, otra pregunta, ¿están siguiendo alguna
cualidad, algún defecto, algo que observar a diario lo más frecuentemente
posible... Veamos... Primero piensen en ese día que recorrimos, en esas 24
horas. Recuerden esa idea general, ¿cómo quieren ser? De acuerdo con ello,
¿como evalúan el día, lo positivo, lo negativo, lo que no esta claro... ¿Surgen
preguntas? ¿Cómo evaluar el día que estamos revisando de acuerdo a cómo quieren
ser?
Supongamos que lo
hicimos. Veamos esas características, fortalezas o debilidades que estamos
siguiendo, que quisiéramos seguir. ¿Qué pasó con ellas.... avanzamos.... habrá
algo positivo, negativo, dudoso, algo que aprender?
Consideramos que ya
hicimos la experiencia. Veamos, ahora, si tuvimos sorpresas, hallazgos, cosas
que nos llamaran la atención sobre cómo actuamos, para bien o para mal. Veamos
lo que hicimos, lo que se nos ocurrió, lo que soñamos, leímos, vimos en
televisión, nos contaron... Hay algo para aprender, aunque ahora no esté muy
claro, sólo sabemos que cierta cosa nos intriga, nos preocupa, queremos saber
más». En la medida que se pase al examen de la familia u otras instancias, se
sigue un orden similar al de la observación del sujeto.
Igual que con la
descripción, cabe la opción de abrir una conversación al terminar esta parte
del ejercicio, o esperar el fluir de la etapa de revisión diaria o de toda la
disciplina individual.
La
instancia de la evaluación, la autocrítica, impregna toda la racionalidad
integradora. Es, seguramente, parte importante del centro en que se entrecruzan
los cuatro pares de ideas‑fuerza.:
La individualización y la óptica
universal
El amor y el desapego
La incertidumbre la certidumbre
La creatividad y la
seguridad
El facilitador desarrolla
un guión de aproximadamente el tenor siguiente: «Llevamos a cabo la descripción
de nuestras 24 horas. Supongamos que hemos concluido. Estamos en una
demostración. Ustedes encontrarán el espacio y el momento para retomar el ejercicio.
Ahora, pasamos a la segunda fase de la revisión diaria, la evaluación o
autocrítica. Vamos a ver lo bueno y lo malo, aquello a lo que no podemos poner
nota, lo que aprendimos. No nos sintamos obligados a definirnos sobre todo.
Puede haber muchas dudas. No nos paralicemos, tampoco, esperando un juicio muy
riguroso. Es lo que podemos hacer ahora, con el ejercicio que tenemos en este
momento...
Empezaremos pensando, por
un momento, en cómo queremos ser, cómo nos parece que debe «ser» un ser humano.
Hablamos del equilibrio entro nosotros , los otros y lo otro. Puede que en ese
momento se les haya hecho presente alguna distancia, otro centro, otro acento.
Vean lo que se les ocurre ahora, como definimos en pocas, muy pocas palabras,
cómo quieren ser. No lo olviden. Ahora, otra pregunta, ¿están siguiendo alguna
cualidad, algún defecto, algo que observar a diario lo más frecuentemente
posible... Veamos... Primero piensen en ese día que recorrimos, en esas 24
horas. Recuerden esa idea general, ¿cómo quieren ser? De acuerdo con ello,
¿como evalúan el día, lo positivo, lo negativo, lo que no esta claro... ¿Surgen
preguntas? ¿Cómo evaluar el día que estamos revisando de acuerdo a cómo quieren
ser?
Supongamos que lo
hicimos. Veamos esas características, fortalezas o debilidades que estamos
siguiendo, que quisiéramos seguir. ¿Qué pasó con ellas.... avanzamos.... habrá
algo positivo, negativo, dudoso, algo que aprender?
Consideramos que ya
hicimos la experiencia. Veamos, ahora, si tuvimos sorpresas, hallazgos, cosas
que nos llamaran la atención sobre cómo actuamos, para bien o para mal. Veamos
lo que hicimos, lo que se nos ocurrió, lo que soñamos, leímos, vimos en
televisión, nos contaron... Hay algo para aprender, aunque ahora no esté muy
claro, sólo sabemos que cierta cosa nos intriga, nos preocupa, queremos saber
más». En la medida que se pase al examen de la familia u otras instancias, se
sigue un orden similar al de la observación del sujeto.
Igual que con la
descripción, cabe la opción de abrir una conversación al terminar esta parte
del ejercicio, o esperar el fluir de la etapa de revisión diaria o de toda la
disciplina individual.
En forma muy especial se
da el espacio de integración, fundante, del conocerse y el desarrollarse,
transformándose. Los objetivos de la evaluación son, posiblemente, mucho más
obvios que los de otros aspectos de la metodología:
a) La relación con el
marco de referencia propende a la profundización crítica, a ahondar y a
encaminar los fundamentos del acuerdo con determinados valores e ideas.
b)
En la medida que se vive ese proceso, se va facilitando lo esencial del
autocuidado: la autonomía frente al autodesarrollo, el tener directrices
propias.
e)
El incorporar la dimensión positiva, lo mismo que el legitimar las dudas,
viene a abrir cauces para el paradigma no autoritario, en contraste con la
tendencia doni1nante a polarizarse en la deficiencia, y a no dejar espacio
para lo indefinido y las interrogantes.
d)
El trabajo con rasgos positivos o negativos ayuda a articular lo cotidiano con
el marco referencia], estableciendo un terreno común a la observación, a lo
concreto y a la ética y las utopías personales.
e)
En el hallazgo y encauzamiento de los emergentes, hay un respaldo especial a la
relación de complementación entre el investigar y el crear, descubrir, seguir,
hacer asociaciones, innovar.
.
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