Conversando desde la Amistad (331)
La
Dimensión poética de la Vida(8)
Ser humano: poético y prosaico
Leonard Boff
Uno de los
más inspirados poetas alemanes, Friedrich Hölderlin (1770-1843), dijo lo
siguiente: «El ser humano habita poéticamente la Tierra». Este pensamiento lo
completó luego un pensador francés, Edgar Morin: «El ser humano habita también
prosaicamente la Tierra». Poesía y prosa además de ser géneros literarios,
expresan dos modos existenciales de ser.
La poesía supone la
creación que hace que la persona se sienta tomada por una fuerza mayor que le
trae conexiones inusitadas, iluminaciones nuevas, rumbos nuevos. Bajo la fuerza
de la creación la persona canta, sale de la rutina y asume caminos diferentes.
Surge entonces el chamán que se esconde en cada persona, esa disposición
que nos hace sintonizar con las energías del universo, que capta el pulsar del
corazón del otro, de la naturaleza y de Dios mismo. Por esta capacidad se
descubren nuevos sentidos de lo real.
«Habitar
poéticamente la Tierra» significa sentirla como algo vivo, evocativo, grandioso
y mágico. La Tierra es paisajes, colores, olores, fascinación y misterio. ¿Cómo
no extasiarse ante la majestad de la selva amazónica, con sus árboles cual
manos tendidas hacia lo alto, con la maraña de sus lianas y enredaderas, con
los sutiles matices de sus verdes, rojos y amarillos, con los trinos de las
aves y la profusión de sus frutos? ¿Cómo no quedarse boquiabierto ante la
inmensidad de las aguas que penetran lentamente en la espesura y descienden
mansamente hasta el océano? ¿Cómo no sentirse lleno de temor reverencial al
caminar horas y horas por la selva virgen, como varias veces me tocó hacerlo
con Chico Mendes? ¿Cómo no sentirse pequeño, perdido, un bichito insignificante
ante su incalculable biodiversidad?
Habitamos
poéticamente el mundo cuando sentimos en la piel el frescor suave de la mañana,
cuando padecemos bajo la canícula del sol de mediodía, cuando nos serenamos al
atardecer, cuando nos invade el misterio de la oscuridad de la noche. Nos
estremecemos, vibramos, nos llenamos de ternura y nos extasiamos ante la Tierra
en su inagotable vitalidad, y al encontrarnos con la persona amada. Entonces
vivimos el modo de ser poético.
Lamentablemente son
ciegos y sordos y víctimas de la lobotomía del paradigma positivista moderno
quienes ven la Tierra simplemente como un laboratorio de elementos
físico-químicos, como un conglomerado inconexo de cosas yuxtapuestas. No, ella
está viva, es Madre y Pachamama.
También habitamos la
Tierra prosaicamente. La prosa recoge la cotidianidad y el día a día gris,
hecho de tensiones familiares y sociales, como los horarios y los deberes
profesionales, con discretas alegrías y tristezas disimuladas. Pero lo prosaico
también esconde valores inestimables. Se descubren tras una larga estancia en
un hospital, o cuando regresamos presurosos después de pasar penosos meses
fuera de casa. Nada más suave que el sereno transcurrir de los horarios y de
los quehaceres domésticos y profesionales. Nos da la sensación de una navegación
tranquila por el mar de la vida.
Poesía y prosa
conviven y se alternan de tiempo en tiempo. Tenemos que velar por lo poético y
lo prosaico de nuestras vidas, pues ambos se complementan y ambos están
amenazados de banalización.
La cultura de masas ha
desnaturalizado lo poético. El ocio, que sería el momento de ruptura de lo
prosaico, ha sido aprisionado por la cultura del entretenimiento que incita al
exceso, al consumo de alcohol, de drogas y de sexo. Es una vivencia poética,
pero domesticada, sin éxtasis; un disfrute sin encantamiento.
Lo prosaico ha sido
trasformado en simple lucha darviniana por la supervivencia, extenuando a las
personas con trabajos monótonos, sin esperanza de gozar del merecido ocio. Y
cuando éste llega, resultan rehenes de quienes han pensado todo por ellas,
organizan sus viajes y les fabrican experiencias inolvidables. Y lo consiguen.
Pero como todo es artificialmente inducido, el efecto final es un doloroso
vacío existencial. Y entonces les dan antidepresivos.
Saber vivir con levedad lo prosaico y con entusiasmo lo poético es
indicativo
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