Amistad con la amitosofía 47
Las amistades fracasadas y las falsas amistades.
La amistad profunda corre el riesgo de querer llegar a la perfección, al absoluto, de confundirse con la simbiosis, con la dependencia o el enamoramiento, de volar al sol reeditando a Ícaro y caer al mar de la depresión, derretidas las alas, desdibujados los límites de las indivi- dualidades.
A ese respecto, son muy interesantes, son materia de meditación, las consideraciones que hace Ignacio Lepp en los párrafos finales de su libro Psicoanálisis de la Amistad:
“No es posible sentar como tesis que todas las amistades que, por una razón o por otra, han fracasado o concluido, fuesen falsas amistades.
En esto como en todas las cosas, no hay que perder nunca de vista que todo lo humano es frágil, más o menos frágil según los individuos y las situaciones.
Hasta sería peligroso formarse de la amistad una idea inhumanamente elevada.
En efecto, muchos no se atreverían entonces a entablar amistades y renunciarían así a una de las más profundas fuentes de felicidad de la vida.
Por otra parte, aun en las amistades más logradas, queda siempre un dejo de insatisfación
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