El Arte de Vivir 62
El Sentido 10
Alicia y Antonio en el
Planeta del Sentido 9
Recordemos lo esencial del Cuidado con esta nota de Leonard Boff que me llega por mi computador ontológico.
El Ethos
que cuida
Cuando amamos, cuidamos, y cuando cuidamos, amamos. Por eso el ethos que ama se
completa con el ethos que cuida. El «cuidado» constituye la categoría central
del nuevo paradigma de civilización que trata de emerger en todo el mundo.
La falta
de cuidado en el trato dado a la naturaleza y a los recursos escasos, la
ausencia de cuidado en referencia al poder de la tecnociencia que construyó
armas de destrucción en masa y de devastación de la biosfera y de la propia
sobrevivencia de la especie humana, nos está llevando a un impasse sin
precedentes.
O cuidamos o pereceremos. El cuidado asume una
doble función de prevención de daños futuros y de regeneración de daños
pasados. El cuidado posee ese don: refuerza la vida, atiende a las condiciones
físico-químicas, ecológicas, sociales y espirituales que permiten la
reproducción de la vida, y de su ulterior evolución. Lo correspondiente al
cuidado, en términos políticos es la «sostenibilidad» que apunta a encontrar el
justo equilibrio entre el beneficio racional de las virtualidades de la Tierra
y su preservación para nosotros y las generaciones futuras. Tal vez aduciendo
la fábula del cuidado, conservada por Higino (+ 17 d.C.), bibliotecario de
César Augusto, entendamos mejor el significado del ethos que cuida.
«Cierto
día, Cuidado tomó un pedazo de barro y lo moldeó con la forma del ser humano.
Apareció Júpiter y, a pedido de Cuidado, le insufló espíritu. Cuidado quiso
darle un nombre, pero Júpiter se lo prohibió, pues quería ponerle nombre él
mismo.
Comenzó una discusión entre ambos. En ésas,
apareció la Tierra, alegando que el barro era parte de su cuerpo, y que por
eso, tenía derecho de escoger el nombre. La discusión se complicó,
aparentemente sin solución.
Entonces, todos aceptaron llamar a Saturno, el
viejo Dios ancestral, para ser el árbitro. Este decidió la siguiente sentencia,
considerada justa: «Tú, Júpiter, que le diste el espíritu, recibirás su
espíritu, de vuelta, cuando esta criatura muera. Tú, Tierra, que le has dado el
cuerpo, recibirás su cuerpo, de vuelta, cuando esta criatura muera. Y tú,
Cuidado, que fuiste el primero en moldear la criatura, la acompañarás todo el
tiempo que viva. Y como no ha habido acuerdo sobre el nombre, decido yo: se
llamará «hombre», que viene de «humus», que significa tierra fértil».
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