El Arte de
Vivir 33
El Desarrollo Personal, tarea
de siempre e imperativo de nuestro tiempo . 1
El ser humano pasa por etapas de maduración “natural “. Ellas son
claramente visibles en el primer año de vida, estudiadas como “desarrollo
psico motor;” capacidad de sostener la cabeza, de sentarse, de gatear, de dar
los primeros pasos... que tienden a aparecer en tiempos determinados. Ya las
primeras palabras son parte de un todo más complejo en que interviene con
mucho relieve la influencia del medio. Hay un desarrollo primario, siempre
afectado por la seguridad emocional y el estímulo del medio, pero previsible,
en general, más allá de las diferencias culturales. Luego, podemos hacer
mención de un desarrollo secundario, el fluir de potencialidades de acuerdo
con el contexto, más o menos rico en seguridad, en amplitud, en sensibilidad a
lo singular, en apertura a la creatividad, a la solidaridad, a la tolerancia, a
la resistencia a la frustración, a la ternura, a las múltiples dimensiones
del desarrollo caracterológico y la preparación de la personalidad.
Hay un proyecto de vida, una forma de encauzar la vida, que se
presenta desde muy temprana edad. Está relacionado con la forma como se van
enhebrando el desarrollo primario y el secundario, junto a la incipiente
diferenciación personal. Esta se manifiesta como la voluntad del niño, dentro
de sus alcances, de ir influyendo en sí mismo, a partir de las primeras
vivencias del Yo, entre los tres y los
cuatro años. El período de la llamada primera adolescencia.
Al final de la pre adolescencia, en la adolescencia y la juventud, se
va afirmando un proyecto de vida influido por la conciencia, por la educación,
por los diálogos, por los climas grupales. Es la vertebración del desarrollo
terciario, el que integra la disposición temperamental, la socialización –los
desarrollos primario y secundario- en una propuesta de desarrollo desde sí,
con un núcleo autónomo..
Siempre ha existido la necesidad de integrar el desarrollo y de
asegurar un desarrollo terciario permanente. Se asocia a la condición humana,
al ser de la autonomía y de la participación, consciente de sus límites y de
sus posibilidades, capaz de un trabajo consigo mismo, de una autoformación
permanente. El ser humano vive en la cultura, en la acumulación de
experiencias. Sin embargo, la historia muestra una tendencia a que sólo un
segmento de la sociedad actualice sus potenciales, tenga proyectos de vida
trabajados, autónomos, absorba creativamente, diferenciadamente, su marco
cultural. Hasta los períodos de mayor auge humanista, como la Grecia clásica
o el Renacimiento, fueron de índole elitista, con gran parte de la población
ausente del desarrollo autónomo, terciario.
En la época actual, la del tránsito a la post modernidad, del avance
técnico acelerado, del capitalismo tardío, de la occidentalización, norteamericanización
y globalización, se `puede apreciar la coexistencia de varios fenómenos que
acentúan la importancia del desarrollo personal autónomo, informado,
creativo.
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