Fábulas Abiertas
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Dignidad verde de aire en la transparencia de la tarde, mientras juegan con brillo las dos selecciones. Se enfrentan los mejores de los vivos y de los muertos.
Se respetan y se desconocen, penetrándose, defendiéndose. Los vivos son sabios. Los muertos tienen magia.
Avanza el encuentro, sereno, comedido, hasta el momento del gol inesperado, la increíble hazaña del capitán de los difuntos al lograr la participación de todo el equipo en una jugada magistral coronada con la violación del arco contrario.
Allí se produce el error. En el entusiasmo, los espectadores muertos dan a conocer sus cuerpos tangibles – con vestimenta el día – para mejor disfrutar la emoción del evento.
Fieles a su obligación, los serios inspectores se apresuran a controlar el pago de las entradas al recinto de los recién llegados. Sin embargo, surgen toda clase de incidentes por que los asistentes del bando ganador han perdido el recuerdo del sentido del dinero. Los vivos se encuentran con demasiado resentimiento y no los socorren.
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