De Corina Couso
El
Árbol 30
El Arbol
Que hermosa palabra: ARBOL. Para designar a uno de los
milagros de la naturaleza. Se asemeja a la expresión de un suspiro que nos
llega al corazón El “ar” exige abrir la
boca llena de aire, y se expele en un cierre lento y acariciante. Con este
simple acto definimos la admiración que nos produce verlos
En mi caso estoy frente a un eucaliptus muy extraño.
Su tronco blanquecino se formó con mantos superpuestos, mostrando su ropaje
interior. Para ello, se desgarra su vestidura y asoman más de seis paños finos
de color madera, más oscuro a medida que se acerca a su corazón…o ¿No? ¡Ellos
tienen corazón... o todo es un corazón!
Nos miramos con ternura.
Un escalofrío me envuelve…Querrá’ prestarme una mantilla?
Me acerco más a tocarlo; este ropaje interior es suave y perfumado. Alguna rotura aparece como demostrando
humildad
El árbol es alto, erguido, un gran ramaje forma su cabellera
y raíces fuertes como dedos lo arraigan al piso frondoso en tréboles y césped. Falta que hable, aunque su presencia marca su
estirpe.
Su perfume nos alienta. El papel de seda que lo envuelve nos invita a
escribir o envolver sueños.
Su ramaje está alerta a los vientos para entonar
alguna melodía exótica, que invita en una noche de tormenta, alegrar a las
estrellas dormidas.
Corina 2019
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