Árboles 14
AROMOS RUBIOS EN LOS
CAMPOS DE LONCOCHE
(Crepusculario - Pablo
Neruda)
La pata gris del Malo pisó estas pardas tierras,
hirió estos dulces surcos, movió estos cuervos montes,
rasguñó las llanuras guardadas por la hilera
rural de las derechas alamedas bifrontes.
El terraplén yacente
removió su cansancio,
se abrió como una mano desesperada el cerro,
en cabalgatas ebrias galopaban las nubes
arrancando de Dios, de la tierra y del cielo.
se abrió como una mano desesperada el cerro,
en cabalgatas ebrias galopaban las nubes
arrancando de Dios, de la tierra y del cielo.
El agua entró en la
tierra mientras la tierra huía
abiertas las entrañas y anegada la frente:
hacia los cuatro vientos, en las tardes malditas,
rodaban -ululando como tigres- los trenes.
abiertas las entrañas y anegada la frente:
hacia los cuatro vientos, en las tardes malditas,
rodaban -ululando como tigres- los trenes.
Yo soy una palabra de
este paisaje muerto,
yo soy el corazón de este cielo vacío:
cuando voy por los campos, con el alma en el viento,
mis venas continúan el rumor de los ríos.
yo soy el corazón de este cielo vacío:
cuando voy por los campos, con el alma en el viento,
mis venas continúan el rumor de los ríos.
¿A dónde vas ahora?
-Sobre el cielo la greda
del crepúsculo, para los dedos de la noche.
No alumbrában estrellas... A mis ojos se enredan
aromos rubios en los campos de Loncoche.
del crepúsculo, para los dedos de la noche.
No alumbrában estrellas... A mis ojos se enredan
aromos rubios en los campos de Loncoche.
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