Multiversidad sin Fronteras 17
Bibi
Albert, desde Buenos Aires
El bambú japonés
Hace mucho tiempo, dos agricultores iban
caminando por un mercado, cuando se pararon ante el
puesto de un vendedor de semillas,
sorprendidos por unas semillas que nunca habían visto.
-Mercader, ¿qué semillas son éstas?-, le
preguntó uno de ellos.
-Son semillas de bambú. Vienen de
Oriente y son unas semillas muy especiales.
-¿Y por qué son tan especiales?-, le
espetó uno de los agricultores al mercader.
-Si os las lleváis y las plantáis,
sabréis por qué. Sólo necesitan agua y abono.
Así, los agricultores, movidos por la
curiosidad, compraron varias semillas de esa extraña planta llamada bambú.
Tras la vuelta a sus tierras, los
agricultores plantaron esas semillas y empezaron a regarlas y a
abonarlas, tal y como les había dicho el
mercader.
Pasado un tiempo, las plantas no
germinaban, mientras que el resto de los cultivos seguían creciendo y dando
frutos.
Uno de los agricultores le dijo al
otro:
-Aquel viejo mercader nos engañó con las
semillas. De estas semillas jamás saldrá nada.
Y decidió dejar de regar y abonarlas.
El otro decidió seguir cultivando las
semillas y no pasaba un día sin que las regara y abonarla.
Seguía pasando el tiempo y las semillas
no germinaban
.
Hasta que, un buen día, cuando el
agricultor estaba a punto de dejar de cultivarlas, se sorprendió
al encontrarse con que el bambú había
crecido. Pero crecido hasta una altura de 30 metros en tan solo 6 semanas.
¿Cómo era posible que el bambú hubiese
tardado siete años en germinar y en sólo seis semanas hubiese alcanzado tal
tamaño?
Muy sencillo: durante esos siete años de
aparente inactividad, el bambú estaba generando un complejo sistemas de raíces
que le permitirían sostener el enorme crecimiento que iba a tener después la
planta.
Moraleja: Si no consigues lo que
anhelas, no desesperes….Quizás sólo estés echando raíces.
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