jueves, 8 de febrero de 2018

Carta 7-2.2018

Escribe Julio Monsalvo,desde Formosa Argentina

Cartas que salen del Cuerpo     La columna editorial del sitio www.altaalegremia.com.ar
Carta 302: 07/02/18

ECOFEMINISMO
El “Ecofeminismo” viene de la mano con una ancestral identificación de la Mujer con la Naturaleza.
Vandana Shiva, física y filósofa hindú es una de las más lúcidas exponentes del Ecofeminismo.
Participó activamente en el Movimiento Chipko (“Abrazar”, en el idioma Hindi) conformado por mujeres que se abrazaban a los árboles para evitar que fueran talados.
En uno de sus libros, expresa: “…las ideas de quiénes luchan por sustentar y conservar la vida, pone en tela de juicio el significado de un progreso y una ciencia y un desarrollo que destruye la vida y amenazan la supervivencia” (*)
Este amor y respeto por la Vida lo hemos encontrado a menudo en nuestras andanzas por este Norte Argentino, tan rico en sabidurías.
          Doña Santa, allá en Fortín Olmos, nos decía: “…no es cosa de arrancar un plantita así no más. Son seres vivos que hizo Dios a igual que a todos nosotros. Tenemos que tratarlas bien, hablarles, pedirles permiso si vamos a tomar algo de ellas para curar. Explicarle para quién es y por qué le vamos a pedir un hojita, o un cogollito o una flor…”
          Conocimos a Elena Favatier, en El Sombrerito, trabajando su pequeña chacra con criterio agroecológico. Su producción era diversificada y suficiente para el autoconsumo. Los excedentes los comercializaba en el mismo pueblo.
          Siempre la hemos visto alegre, escribiendo poesías y relatos y deseosa de contar lo que hace cotidianamente.     
          De sus escritos, rescatamos algunos de sus comentarios acerca de cómo afrontó los efectos de la “corriente del Niño”, a finales del 98:
          “Aprendí a valorar lo que sabemos más que lo que tenemos, porque eso no se pierde... En mi familia perdimos prácticamente todo lo que teníamos sembrado para alimentarnos varios meses… Lo único que quedó intacto fue el conocimiento que tenemos de las plantas del campo y frutas silvestres que son comestibles y mucho más resistentes a los cambios del clima. Saber esto, tener la posibilidad de encontrar remedios en la Naturaleza y la confianza en Dios poderoso, fue lo que me ayudó a superar lo negativo de la corriente “del Niño” sin desesperar”
          Más adelante expresaba:
           “Ayúdame a No hacer algo: no quemar toda la basura que sirve de abono: no arrancar árboles; no desparramar envases de plástico; no cambiar flores y césped por patios de cemento; no usar productos de aerosol; no sembrar muchas hectáreas con la misma sementera; no usar “por las dudas” los venenos para las plagas, ¡es posible no usarlos nunca!; no sacar los árboles de la zona para plantar los que son de otra región; no echarle la culpa a Dios por los desequilibrios que provocamos nosotros; no perseguir y matar animales que están por desaparecer (recuerda que el hombre pertenece al reino animal) ¿Cuántos me ayudarán a No hacer?”
En las mujeres campesinas de nuestro Norte hemos percibido esa identificación con la Vida puesta en manifiesto como depositaria y custodia por excelencia de los valores culturales propios.
Es admirable su capacidad de gerenciar la economía familiar, promover la educación y generar prácticas que hacen al cuidado de la Salud Integral, es decir la Salud del Ecosistema Local.
         
¡Hasta la Victoria de la Vida Siempre!
Julio

(*)Abrazar la Vida” Editorial Horas, Madrid, 1995


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