IMPULSANDO LA INTERNACIONAL DE LA ESPERANZA 25
Un recuerdo
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CHAPLIN
El DISCURSO FINAL DEL GRAN DICTADOR
“Realmente lo siento, pero no aspiro a ser emperador.
Eso no es para mí. No pretendo regentar, ni conquistar nada de nada. Me gustaría
ayudar en lo posible a cristianos y judíos, negros y blancos. Todos tenemos el
deseo de ayudarnos mutuamente. La gente civilizada es así. Queremos vivir de
nuestra dicha mutua…no de nuestra mutua desdicha. No queremos despreciarnos y
odiarnos mutuamente.
En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra
es rica y puede garantizar la subsistencia de todos. El camino de la vida puede
ser libre y magnífico, pero hemos perdido ese camino. La voracidad ha
envenenado el alma de los hombres, ha rodeado el mundo con un círculo de odio y
nos ha hecho entrar marcando el paso de la oca en la miseria y en la sangre.
Hemos mejorado la velocidad pero somos esclavos de ella. La mecanización que
trae consigo la abundancia nos ha alejado del deseo. Nuestra ciencia nos ha
vuelto cínicos. Nuestra inteligencia duros y brutales. Pensamos en exceso y no
sentimos bastante. Tenemos más necesidad de espíritu humanitario que de
mecanización.
Necesitamos más la amabilidad y la cortesía que la
inteligencia. Sin estas cualidades la vida solo puede ser violenta y todo
estará perdido. La aviación y la radio nos han acercado los unos a los otros.
La naturaleza misma de estos inventos requería la bondad del hombre y reclamaba
una fraternidad universal para la unión de todos.
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