miércoles, 15 de febrero de 2017

El Planeta de la Esperanza 39

15 de Febrero del  2017

El Planeta de la Esperanza 39

La luna de la luna del Planeta de la Esperanza 10

La Casa de  Acogida y la Egoemia como tema de interacción y   apendizaje. 4

El Eneagrama  3
El  númeo 9 , el indolente,elpacificador ,el nadie, el soñador, el árbitro.

También  a  mí me cuesta   integrarme, expresó el pacificador, el “nadie”, el árbitro, el soñador. El llamado nueve. Parecía querer conciliar, hacer el ambiente más agradable  después   del acceso de ira de los perfeccionstas.
   Agregó :voy a  contar  algo   de otra parte y  de otro tiempo

Fue en 1968, en el momento de  mayor despliegue de la cultura hippy. En San Francisco, junto a muchas otras iniciativas, en el barrio correspondiente a Haight Asbury, un grupo de  jóvenes innovadores, fuertemente influenciado  por Camus,  abiertos  tanto a la trascendencia  como  a la vida comunitaria  y al diálogo interpersonal, guiaba la vida de una comunidad de unas veinte personas.
Era un grupo mixto en que,  junto a cuatro  personas  de alrededor de  veinte años, con un proyecto    individual   muy interiorizado en el camino de la utopía concreta comunitaria en el aquí y ahora , existía el resto de los participantes compuesto de menores de alrededor de 15 años que habían abandonado sus  familias  de origen y  venían a refugiarse a esta tierra prometida de la amistad y  la belleza.
La convivencia era muy permisiva. Se basaba en un trabajo voluntario rotativo  con responsabilidades para el aseo, para hacer la comida, para los  suministros y arreglos de la casa.  En un principio, los cuatro “ inspiradores” hacían prácticamente todo. Los otros eran pasivos, flemáticos,  agradecían lo que se les daba   y casi  nada más.
Los cuatro mayores eran muy esforzados, trabajando muchas horas tanto en el hacer tareas en la casa como en las conexiones con el resto de  las acciones  sociales,  artísticas y espirituales .
Tenían mucho cuidado en dar a los jóvenes explicaciones claras  sobre las tareas internas y externas, sin presionarlos.
Un punto que los mayores consideraban importantes, era reconocer que ellos, también, antes,  eran indolentes, fumadores de marihuana, que no se apuraban por nada, pero que ahora estaban en esta  mega  tarea de  contribuir a un cambio cultural.
Los jóvenes agradecían, pero no reaccionaban, educados, simpáticos, no colaboraban en absoluto.
Un día, el poeta  Richard Brautigan  solicitó la cooperación de la Comunidad  para la edición  de un libro de su autoría Era algo original. Un libro para plantar: un sobre  en cuyo exterior iba un poema sobre una planta y , en el interior, las semillas de la misma. Mientras lo hacían, algo cambió. Fue como si se eliminara un muro. Los jovencitos se interesaron, fueron  participantes,  sugirieron  formas de lanzamiento del libro: ¿ por qué no  en un banco, en la policía?  Todos se reían, distendidos.
 Al final  de la jor:nada, un  joven  pidió que se hablara  sobre el amor fraternal.y agregó: Ustedes siguen siendo como papás….
        “Parece  que se plantó una doña  semilla  de amor en esta  comunidad  tan  trabajadora,” dijo el poeta, sonriendo.
En fin, creo que el relato dice algo: Lo queramos o no ,hay una minoría crítica avanzada  que es  insustituible, dijo el Pacificador.
Sin embatrgo,  dijo la rosa,  tu  mismo señalas  que la imaginación  puede abrir caminos para el contagio de los más convencionales…  los más…indolentes ,  añadió el soñador , sonriendo.



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