De post modernos a post
egoicos (3)
Donde los cambios
consisten,en parte, en asumir los
límites de los cambios posibles a la escala humana .
La ecología del Yo
Un ángulo de miras, un
referente básico para analizar el equilibrio de las conductas individuales y
colectivas, está dado por la medida en que se establezca una relación adecuada
entre la afirmación de lo propio y la consideración del respeto al ámbito, a
los derechos, a nuestra dependencia de los otros, de lo otro. Es la ecología de
nuestro centro, de nuestro yo.
El yo se debilita,
obviamente, en la dependencia, en la sumisión al mundo opaco de los impulsos,
deseos y tendencias pre individuales.
Si tomamos en cuenta
nuestra identidad básica, el hecho de que nos encontramos puestos en nosotros
mismos, en el mundo, que no somos autores de nosotros mismos, es también
evidente que nos corresponde modular la posible exaltación del yo y ponerlo en
consonancia con un tú y con el noso-tros, con ellos, con lo que está más allá
de lo humano.
Somos autónomos y al
mismo tiempo, partícipes de una realidad más grande. En la medida que no
avanzamos en un proceso de transformación espiritual, nos cuesta enormemente
situar estos límites. Eso ocurre en el nivel de cada persona, de cada grupo, de
las naciones, de las causas. Nuestro yo cabalga, se identifica con ideas,
agrupaciones o procesos. Así podemos tener involucra-mientos que nos pueden
empequeñecer de tan cercanos y no asumidos como tales como el que ocurre con
las familias, las distorsiones que trae el narci-sismo de exaltación de “mi
familia”. Sin embargo, ello también sucede en mayor escala, hay narcisismo de
grupo, de partido, de tipo de desarrollo... de especie. Antropocentrismo, Miradas antropomórficas.
Vivimos un momento en
que en el sentir común de occidente se da un narcisismo de especie, una
exaltación yoica de la forma como nos ma-nejamos en el planeta Tierra, de
nuestros logros, nuestros instrumentos, nuestra eficiencia...
Enajenados, contándolo
todo, no nos detenemos a hacer una aproxi-mación a los inquietantes números que
dan cuenta de lo que el filósofo llamara las inmensas extensiones que nos
ignoran. El panorama del cielo estrellado, multiplicado hasta lo inasible en el
acervo matemático que conocen los astrónomos.
Aficionados a la historia, sólo balbuceamos el
saber de que todavía estamos lejos de empezar la historia del homo sapiens.
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