Formación 15
Verdad
El Sentimiento Mágico de la Vida.(2)
(De Personas
Saludablde en un Desarrollo Saludable.
Editorial Lom 2003)
Ampliamos la nota de ayer sobre nuestra relación
biográfica con el sentimiento mágico de la vida con una cita de un libro que nos publicó Lom en el 2003.
Hitos en mi crecimiento como persona, viñetas.
El asombro, la
ética, la imaginación sociológica.
Un paso
importante lo tuve a los 14 años leyendo "“Del Sentimiento Trágico de la
Vida", de Unamuno. El autor devela su deseo profundo, inalienable, de
vivir eternamente, en carne y hueso, de no morirse. Leo por primera vez con
detención, haciendo anotaciones junto a los párrafos eruditos y turbulentos del
vasco vehemente y genial. Topo con su Oración del Ateo
"Sufro yo a tu costa
/Dios
no existente
/pues
si tú existieras
/existiría
yo también de veras/..."
Se me junta con una referencia leída sobre Spinoza en
el sentido de que a ese pensador le dolía Dios... Yo también estaba
"dolido" por Dios, sufriendo, por su inexistencia, escribiendo un
poema infantil : "Dónde estás creador de calvas circunferencias / De luces
necias / De lo obscuro sobrecogedor..."
La lectura de ese libro, unida a incursiones en otras
obras de menor gravitación, me preparó para sentir un tremendo remezón al
encontrarme con Dostoievski y la pregunta de Iván Karamazov al demonio: ¿“Existe
Dios”?
Sobre el asombro, al lado o abajo, empezó a
sobreponerse la duda. Ya no era solamente la inquietud metafísica abierta,
serena, entusiasta, incluso, en la exaltación del asombro. Era la emergencia de
la duda, una especie de responsabilidad mía en llegar a saber, a responder si
existe Dios. Curioso, complejo, el libro de Unamuno me despertó, junto con la
dimensión de la duda, una necesidad de réplica a su visión trágica de la vida
dada la inevitabilidad de la muerte. Fue una especie de sentimiento vago,
después convertido en sospecha y, con el remanso de algunos años de
adolescencia, cristalizado en convicción. Uniendo el asombro a esa rebeldía por
lo finito de la vida, mi reacción era de un reconocimiento, de un mirar
positivamente la vida. Empecé a fantasear, todavía lo hago, con la expresión
“sentirniento mágico de la vida". Si uno desea que la vida siga, la desea
eterna, entonces la quiere, la asume, misteriosa, asombrosa, mágica. La emoción
del asombro fue adquiriendo más dimensiones, se enlazaba con la duda, se
continuaba con un rescate positivo de su esencia. En el asombrarse, con
admiración, el maravillarse, se daba la confusión con la magia. Allí nacía una
tendencia a distanciarme de las búsquedas de momentos mágicos particulares,
rarezas, milagros. Para qué, si en el trasfondo de todo estaba la magia.
Sentimiento
mágico del existir en todos sus alcances, desde los más cotidianos a los
momentos de plenitud en la comunicación profunda, en la penetración en el
saber, en la ternura, en la belleza. Magia de trasfondo misterioso,
inaccesible, de alguna manera lleno de coherencias y abierto, mejor dicho
hospitalario, con lo humano.
Por aquel tiempo yo escribía mucha poesía. En mi casa
solían criticarme diciendo que corría riesgos,
debía enterara de que, contra lo que yo parecía creer, "todo no es
poesía". Cuidado con la prosaica astucia de los otros. Riesgo de ser
portador del "cromosoma de la ingenuidad".
Esta compenetración con el sentimiento mágico me
distanciaba ‑y me distancia‑ de la entrega completa al poema, de la
identificación excluyente con la poesía escrita, para sumirme en la idea fuerza
de la poesía básica, la poesía de la vida. Muchos años después, encontré la
metáfora de mi visión de la relación entre vida y poesía en el texto de
Heidegger sobre Hölderlin.(17) El asombro, el sentimiento mágico, dan un sello poético al existir humano. Eso, a pesar de la muerte,
no obstante todas las limitaciones humanas, la insensibilidad al sufrimiento
del otro, la injusticia, la banalidad; más allá de mis dudas sobre Dios;
allende mi terror ante el fascismo, ayer; mi distancia frente al pragmatismo
individualista, hoy.
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15 Fiodor DostoieYski. Obras Completas. Aguilar. Madrid. 1954.
16 Miguel de Unamuno.Del sentimiento trágico de la vida. Renacimiento. Madrid.1926
17 Martin Heidegger, Holderlin y la Esencia de la Poesía. En Arte y Poesía, Fondo de
Cultura Económica, México, 1988.
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