Para Fábulas y Para Mitos 17
DE COMO SE LLEGÓ MAS ALLÁ DE LA ADULACIÓN.
El cuervo terminaba de almorzar y, siguiendo tradiciones
francesas, se preparaba para comer un gran trozo de queso agujereado, cáscara
asertiva y olor meritorio. Entre el humo y el ir y venir de quienes consumían o
atendían, alcanzó a avistar al zorro, junto al mesón del cantinero, bebiendo
una lenta limonada. Estaba solo, con su abrigo raído y casposo, el aire de
trasnochado. El cuervo previó la secuencia acostumbrada. Saludo, halago,
pedido. En esta última fase, las alternativas. Querría dinero, influencias para
obtener trabajos o granjerías, o se trataba del pedir confidencial, "de
zorro a cuervo” de algunas horas de uso de su departamento.
Esta vez el zorro empezaba en una expresión afligida y ausente.
Al aproximarse, saludó con dignidad e hizo ademán de proseguir el camino. El
cuervo, inconfortable, le ofreció asiento y partió en dos el postre de queso
con personalidad. El zorro no demoró demasiado en iniciar su consabida
cantinela sobre lo mucho que apreciaba al cuervo. Muy hábil, no hizo alusión al
queso, pero, en cambio, enfatizó su profunda admiración por las dotes de
cantante de su anfitrión a sabiendas que allí tenía terreno fértil para el
adular.
Lo interrumpió la llegada de un
tercer comensal. Era una canción, nada mal parecida, pero que inhibía a muchos
varones por su tendencia a ser muy liberada. Era amiga y critica de la pareja
que comía queso y tenia problemas de comunicación. En un tono muy resuelto, les
propuso ir a una excursión a un bosque cercano, llevarse el queso y subidos a
un árbol, cantar a tres, haciendo caso omiso zorro y cuervo del antecedente de
ser ella una profesional.
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