Entre la Separación y la Integración 62
Los grandes
referentes
La Racionalidad Integradora
En una aproximación de conjunto, dentro de una visión originada en una práctica personal en el
ámbito del desarrollo personal asociado
al cambio cultural, bajo la
orientación de la salud integral y del nuevo paradigma, como la que estamos
comunicando, es dable señalar
a la racionalidad de fondo, la racionalidad integradora, de alguna manera inseparable de todo lo precedente como un referente más,
predominantemente intelectual ,
junto con otros más definidamente sentí pensante… como son,
claramente, el asombro, la amistosofía,
el coraje de ser … Ellos entran en una
mirada al nuevo paradigma poético prosaica. En ese sentido, la racionalidad integradora no sólo
comparte escenario con la racionalidad
diferenciadora, sino también con
otras que exigen más atención a la complejidad , como la
racionalidad intuitiva, vital, afectiva…
Como dice Harman a propósito de la paz, el costo del cambio es una
transformación en la mentalidad. El desarrollo complejo, ecológico,humanizador,
como la paz, requiere una conciencia diferente, capaz de integrar, de respetar y de superar la polaridad.
Nuestra experiencia nos indica que se trata de un desarrollo hacia la
superación de los múltiples aparentes opuestos, que puede tener cuatro puntos
de inflexión fundamental.
Podemos plantear, en primer
término, cuatro polari -dades susceptibles
de verse integradas: La
individualización y la apertura a lo universal, el amor y el desapego, la
creatividad y la seguridad, la
focalización y la
multidimensionalidad.
La superación de la polaridad yo – los otros.
Frente al individualismo puro o
al colectivismo excluyente, el desarrollo saludable requiere personas capaces
de conocerse, de absorber la soledad, de amarse y perfeccionarse, junto con una
orientación hacia la colaboración, a la relación profunda y lúcida con los
otros. Destacamos a ese respecto varias instancias “altruistas”, con su propia
especificidad, las relaciones significativas, el pequeño grupo, la comunidad
(vecinal, institucional o red), la sociedad, la humanidad. Agregamos la
relación con lo “otro”, la naturaleza y
la trascendencia.
La integración entre el amor —el gran valor cristiano - socialista— y
el desprendimiento, el aporte, o
radical, de religiones orientales y del misticismo.
Es en la asociación de ambos, compromiso y contemplación, el sí y el
no, que se da un arte básico, radical, en el asumir responsabilidades, en el
soporte último para la alternativa.
Lo conservador y lo creativo. Como
consecuencia de la situación humana básica, hay también “a la escala humana”,
límites que dan la fragilidad, la impotencia, el temor, los medios, actitudes
defensivas a interpenetrar, a matizar, con la apertura a lo nuevo, con el
enriquecimiento de la realidad, con la creatividad.
El dictum “pensar globalmente, actuar localmente”, sólo puede fundarse
en una capacidad de complementar la precisión, la especificidad en estudio y
operación, con las asociaciones, las relaciones multifacéticos. El trabajo se
une con la comunicación del mismo, el sentido práctico con el teórico, la
tecnología con el encuentro.
Estas dicotomías a superar en el proceso de “trabajo de maduración” en la racionalidad integradora pueden esquematizarse de la siguiente manera.
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