sábado, 16 de mayo de 2015

Lo Cotidiano y lo Universal 69



Lo Cotidiano y lo Universal 69
 La cotidianidad carente de una visión  a la vez  autocrítica y con referentes universales.
Un cuento-parábola compartido en las tradiciones  budistas , hinduistas ,  jainistas  y musulmán sufi.
Los Ciegos y el Elefante – Un Poema por John Godfrey Saxe

He aquí la versión de John Godfrey Saxe (1816-1887) de Los Ciegos y el Elefante: 


Seis eran los hombres de Indostán,

tan dispuestos a aprender,

que al Elefante fueron a ver

(Aunque todos eran ciegos),

Pensando que mediante la observación

su mente podrían satisfacer.



El primero se acercó al elefante,

Y cayéndose
sobre su ancho y robusto costado,

en seguida comenzó a gritar: 

"¡Santo Dios! ¡El elefante
es muy parecido a una pared!"

 

El segundo, palpando el colmillo, 
exclamó:
-"¡Caramba! ¿Qué es esto
tan redondo, liso y afilado?

Para mí está muy claro,

¡esta maravilla de elefante

es muy parecido a una lanza!"



El tercero se acercó al animal,

y tomando entre sus manos
la retorcida trompa,

valientemente exclamó:

"Ya veo," dijo él,
 "¡el elefante
es muy parecido a una serpiente!"



El cuarto extendió ansiosamente la mano

y lo palpó alrededor de la rodilla:

"Evidentemente, a lo que más se parece esta bestia
está muy claro,"
 dijo él, 
"'Es lo suficientemente claro que el elefante
 
¡es muy parecido a un árbol!"



El quinto, quien por casualidad tocó la oreja,

Dijo: "Incluso el hombre más ciegoç

es capaz de decir a lo que más se parece esto;

Niegue la realidad el que pueda,

Esta maravilla de elefante
¡es muy parecido a un abanico!"



El sexto tan pronto comenzó 
a tantear al animal,

agarró la oscilante cola
que frente a él se encontraba,

"Ya veo," dijo él, "¡el elefante
es muy parecido a una cuerda!"

 
Y así estos hombres de Indostán
discutieron largo y tendido,

cada uno aferrados a su propia opinión

por demás firme e inflexible,

aunque cada uno en parte tenía razón,

¡y al mismo tiempo todos estaban equivocados!


MORALEJA: 

Así ,también, a menudo en las guerras teológicas
los contendientes, pienso yo, 
discuten en la total ignorancia 
de lo que el otro quiere decir; 
y parlotean acerca de un elefante ¡que ninguno de ellos ha visto!
Tiende a pasar lo mismo en toda nuestra cotidianidad con su “anemia” de universalidad, en una cultura dominada  por la voracidad consumista y el autocentramiento.

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