Lo Cotidiano y lo Universal 18
Los
encuentros entre Alicia y el Principito van siendo cotidianos, sin dejar de ser universales.
"Encuentro
entre un príncipe y una pequeña Alicia",
Una experiencia de María Inés Prado, del
grupo de Guías poéticos de Isla
Negra., en viaje a Isla Negra, el 5 de Enero de este año
La autora se presenta sucintamente como:
Borda cuentos
Pinta sueños...
Introducción
Vivo en un mundo de maravillas, entre
espejos cóncavos, convexos y de
tres lunas, lleno de alucinaciones producidas no por hongos sino, entre otras
cosas, por esquizofrénicos
programas de televisión que valen lo mismo, haciéndome sentir muy, muy pequeña
a veces, mirando hacia lo alto a todos, al percibirlos muy superiores a mí no
sólo en tamaño sino en habilidades e inteligencia.
En otras ocasiones me agrando y miro por
sobre el hombro a los demás, pensándolos y tratándolos como viles insectos, algunos de los cuales
merecerían ser aplastados bajo mis pies.
En un trabajo arduo he logrado reírme
del carácter altanero y de las amenazas de la reina de corazones y ya no me
asustan los lagartos ni lagartijas, ni me seducen como antes las sonrisas de
ningún gato.
…Y he podido jugar a perseguir conejos blancos
y rosados.
La experiencia
En contacto con
mis pares. compartiendo tiempo y experiencias y apoyados por nuestro mentor,
trato de apartar de mi cotidianeidad estas alucinaciones y semanalmente viajo
los lunes en bus de Santiago a Isla Negra.
Hace unas semanas me tocó un compañero
de viaje bastante especial, experiencia sobre la cual me gustaría compartir con
ustedes mi asombro.
Una risa cantarina me hizo reparar en
quien estaba sentado a mi lado. Feliz porque había Wi Fi hacía funcionar su
tablet, pero saliendo del terminal éste se esfumó y en lugar de molestarse me
explicó algunos juegos y luego me dijo que jugaba con la tablet ya que olvidó traer su libro.
A mí me gusta
leer, agregó muy serio, leo en las noches y también cuando me despierto antes
que mi familia. Yo leo mucho, ¿Conoce usted a la Gabriela Mistral?, tiene
poesías muy bonitas, “Las estrellas son rondas de niñas, jugando a la tierra
abrazar”, me la sabía cuando era más chico, a los 4 a 5 años, ya se me olvidó
el resto. ¿Sabe usted?, yo me llamo Gabriel, señaló con orgullo.
Me contó que tenía todos los libros de
Papelucho, y que en el colegio le hacían leer libros demasiado infantiles, me
gustan los libros para mayores de diez años.
¿Y qué edad tienes? Pregunté.
Yo tengo una década, Y mirándome a los
ojos, inocente, contra preguntó ¿Cuántas décadas tiene usted?. Nunca me habían preguntado la edad de
esa atractiva manera, al responderle que siete- que me suena bastante más fácil
que decir setenta- señaló que él conoce una abuelita que tiene cien años. Ella
está muy enferma y sufre mucho, mi mamá quiere que cuando ella esté tan enferma
le pongan morfina y la dejen partir.
¿Y ahora vas donde tu abuelita?
Sí, voy a Cartagena donde una abuelita
que todos los años le arrienda una cabaña a mi papá. Mi papá es técnico,
¿sabe?, él trabaja muy bien, gana bastante dinero, yo quiero ser técnico como
él, Yo quiero estudiar en un Instituto, no quiero estudiar tantos años. Aunque
a mí me gusta mucho la literatura y quizás siga periodismo.
Vivaz,
locuaz y precioso, su carita redonda y sus inmensos ojos negros e inteligentes me cautivaron,
recordándome a otro muchachito con esas condiciones pero con ojos azules que sentí me acompañó todo el trayecto.
Se me hizo muy breve el viaje y llegué
alegre a destino, confiando en que con muchachitos como él, tan amplios de
mente habrá un futuro mejor para nuestro mundo.
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