Desarrollo Personal, Cambio Cultural y Nuevo Paradigma (51)
Nota
introductoria( 28)
Síntesis
de una experiencia
La racionalidad integradora
Intentaremos
una de muchas ordenaciones
posibles de las dimensiones
de la racionalidad integradora básica
“Las
realidades a la escala humana actual”;
“La
identidad personal y la ecología del yo”;
“La danza de la certidumbre y la
incertidumbre”;
“La
sinergia y complementariedad del amor y el desapego”
“El
sentido, como guía y sostén de la
relación entre conservación e
innovación”
“El
dilema del poder” ;
“Los
límites de la integración”
“Las
realidades a la escala humana actual”
Nuestros
estados de conciencia nos llevan a situarnos en cuatro realidades básicas: la
de la conciencia en vigilia, la de los sueños, la de las instancias
perturbadas de conciencia como la
locura, los estados crepusculares, las intoxicaciones…, y la conciencia
elevada, cósmica, mística, en sus diversos matices. A ello agregamos lo propio
de lo paranormal, las coincidencias significativas, las experiencias extra
sensoriales, los tratamientos médicos a distancia…A todos estos órdenes de realidad se
suma la conciencia de lo
inaccesible, el misterio, de lo que
hace posible el ser, el misterio que nos constituye. Es la realidad, que
no podemos separar de nosotros, de
quienes somos y de donde venimos. Distinguimos como. “planos
ontológicos” los misterios, los problemas, la paranormalidad… Visualizamos en
lo referente a la conciencia la distinción entre la habitual, la onírica, la enferma
y tóxica, la de un “nivel
superior”... A ello hay que agregar la realidad virtual, la de la televisión y
el computador, cada vez más presente, más o menos asociada a la realidad
cotidiana.
“La identidad personal y la ecología del yo”
Hablamos
de necesidad de participación, obviando el hecho de que ya somos parte,
constitutivamente “ pertenecemos” a
la creación, al ser, al universo, a la vida, a la humanidad. Somos
autónomos y, al mismo tiempo, cuánticamente, pertenecemos, somos parte. Nuestra
conciencia de vigilia se centra en la dimensión de la autonomía. En una
meditación, en una vivencia mística, en el corazón de un diálogo, de una experiencia amorosa, de un
acontecer comunitario profundo, se desvanecen los límites del ego, pertenecemos
a un más allá de nosotros.
Oscilamos entre el ego auto centrado y el sí mismo abierto a vivir la continuidad, el “ cordón existencial” con lo aparentemente otro.
“La
danza de la certidumbre y la incertidumbre”
Vivimos instancias, islas de certeza, de conductas
consensuales, rodeados por el mar de lo que no podemos conocer, del misterio del ser y del
misterio del yo. Entre medio, experimentamos necesarios estado de ambigüedad,
de ambivalencia, de duda, de extrañeza.
“Sinergia
y complementariedad del amor y el
desapego”
Nos
corresponde comprometernos, dejar fluir nuestra condición de partes integrantes, activas,
cooperadoras con el ser. Somos finitos, coexistimos con otros, hay momentos en
que requerimos quedarnos fuera, dejar espacio a otros, a lo otro. Jesús y Buda
tienen juntos la razón. En nuestra vocación profunda y en el
imperativo de elección de nosotros mismos está la
sinergia entre el amor y el desapego.
“Las tres grandes necesidades humanas”
Conservación,
innovación, sentido… Nuestro yo permanece a lo largo de la vida. Nuestro
cuerpo, nuestras ideas, van
cambiando. Somos vulnerables, debemos defendernos. Somos creadores, necesitamos
expresarnos, actualizarnos. ¿Conservar qué? ¿Hacer cambios hacia dónde? Allí
está la necesidad de sentido. Se cruza con nuestras necesidades de absoluto, de
completud, de diálogo, de desarrollo personal…, necesidades diferenciadas, con
y sin posibilidad de satisfacción. El sentido, el logos, el recuerdo de la
condición humana, nos remonta a una ética en que los derechos y las necesidades
se articulan con las capacidades y las responsabilidades del ser humano. El
sentido debe guiar, hace el
balance entre la seguridad y la creatividad, la atención a nuestra vulnerabilidad,
flaqueza, finitud, y el asumir nuestra potencialidad para crecer, aportar,
vislumbrar lo infinito.
“El dilema del poder”
Es
el corazón de la política. La realmente existente. Poder es capacidad, se lo
necesita hasta para limitar el
poder de dominación. Se trata de ir introduciendo en el imaginario colectivo la
noción del poder de ser, la del poder de integración, poder de ponerse en el
lugar del otro, poder de colaboración. El poder actualizar las capacidades, la
del poder de podar lo que perturbe el bien común… Poder de integrar, de amar, de desapegarse, de encontrar sentido, de arbitrar entre la
conservación y la creatividad
“Hay
límites en la integración”
Lo dan la identidad personal y la de las diversas culturas, las
capacidades, los ritmos y los procesos. El paradigma de la integración se
diferencia del individualista, atomístico, pero también del fundamentalista,
del integrista, del de la fusión
dogmática en el todo, de la
negación de lo original, del
espacio de autonomía. La integración es compatible con la originalidad, con la
autonomía, con el conflicto.
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