Conversando desde la Amistad (59)
La pobreza material y la riqueza en
sensibilidad y capacidad de comunicar
Este lejano seis de enero
Mensaje de Odorico Velázquez, desde Montevideo
Allá en mi
barrio de la infancia- el Bajo Valencia- al oeste del Cerro, en las afueras de
Montevideo, despedíamos un año y recibíamos al otro con dos ausencias.
Quizá todas y
todos en nuestro entorno las sentían, pero se cuidaban de mencionarlo.
Solo mis
hermanas, hermanos y algunos gurises más, lo poníamos de manifiesto. Lo
hacíamos con un descontento a veces emparentado con la resignación, otras veces
con la indignación.
La falta de
estos personajes la veíamos y sentíamos el veinticinco de diciembre en el
arbolito de navidad y el seis de enero en las zapatillas vacías.
Quizá en el
primero de los casos, tenía que ver con que en nuestros hogares solo había un
brasero
La necesaria
chimenea por la que bajaba Papá Noél estaba en las casas de otros niños y eran
los que siempre recibían los mejores regalos, ¡aunque se portaran como el culo!
Y con los reyes
magos creo que era cuestión del transporte.
Los camellos
son bichos muy hábiles para caminar por el pavimento y la arena, pero en las
callecitas de mi viejo barrio, todas de tierra y casi siempre con barro,
supongo que les temblaban las patitas. ¿Sería que se ponían bellaqueadores y no
querían entrar?
Si alguna vez
nos dejaron algo sería porque ningún otro niño lo quería, ya que no era ni
parecido a lo que queríamos nosotros.
Hoy visitaron
mi casa, dejaron una bicicleta para que yo corra detrás de ella.
Después de
tantos años tengo que volver a tratar con los reyes magos. Pero que les quede
claro, estoy hecho de callecitas de tierra y aún las sigo caminando!
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