Conversando sobre la Amistad (379)
Luz Contreras envía esta colaboración, desde Melipilla
AMISTAD.-
Quiero cantarle a la AMISTAD. A aquélla que brota silvestre desde lo
más profundo de nuestro ser. Aquella que de transparente te permite
vislumbrar los secretos de una sensibilidad que ni el más certero y
perfecto de los equipos de rayos, logran vislumbrar siquiera.
Pienso en el regalo mejor para el amor. Pienso en aquél que se puede
dar por igual a los padres, al amante esposo o novio, a los hijos.
Veo a la AMISTAD guiñando ambos ojos como mostrando que no se
necesitan los ojos del rostro , sino los del alma para elegir a aquél
(a) a quién brindarle el regalo que no se deja en un rincón oscuro y
olvidado; sino, al revés: que se quiere entregar, sin temor a todos
los vientos, tempestades, catástrofes y desaires.
Es la AMISTAD, bendito tesoro, guardado en lo profundo, en la zona
temperada para que, como droga bendita, pueda sanar el alma enferma
por celos, por desnutrición, por sinrazón.
Quiero cantarle a la AMISTAD. A aquélla que brota silvestre desde lo
más profundo de nuestro ser. Aquella que de transparente te permite
vislumbrar los secretos de una sensibilidad que ni el más certero y
perfecto de los equipos de rayos, logran vislumbrar siquiera.
Pienso en el regalo mejor para el amor. Pienso en aquél que se puede
dar por igual a los padres, al amante esposo o novio, a los hijos.
Veo a la AMISTAD guiñando ambos ojos como mostrando que no se
necesitan los ojos del rostro , sino los del alma para elegir a aquél
(a) a quién brindarle el regalo que no se deja en un rincón oscuro y
olvidado; sino, al revés: que se quiere entregar, sin temor a todos
los vientos, tempestades, catástrofes y desaires.
Es la AMISTAD, bendito tesoro, guardado en lo profundo, en la zona
temperada para que, como droga bendita, pueda sanar el alma enferma
por celos, por desnutrición, por sinrazón.
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