Conversando sobre la Amistad( 320)
La amistad con una visión equilibrada
sobre la tercera edad
Las Edades Mayores
LOS CUENTOS Y EL SECRETO
Cuando nos preocupa lo que ocurre en la tercera edad, porque
nos acercamos a ese período de la vida, porque ya la estamos viviendo, a
propósito de nuestros padres u otros familiares, en relación a nuestros
trabajos con personas mayores... en todas esas circunstancias, si algo nos
ocurre siempre, es escuchar muchos cuentos, cuentos narrados con mucha
seguridad, engañando, dando la confianza de ser grandes verdades, viejas
verdades indiscutibles. Veamos algunos de esos cuentos o falsas verdades
reiteradas hasta el cansancio.
1. Los nombres. La enorme importancia
concedida a las palabras con que se designa a esta etapa de la vida, viejo,
vejestorio, veterano... persona de edad, de tercera edad, entrada en años,
senescente, senil, abuela, abuelo, abuelitos, ancianos, geronte, grande, adulto
mayor, senil, decrépito, caduco, maduro y... muchos más.
No olvidemos, las palabras son
palabras, los hechos no cambian porque el trato sea protector, sea despectivo,
sea estimulante. Es más grato que a uno le digan eres de la tercera edad, a que
lo traten despectivamente de “vejete”, pero no nos olvidemos que estamos ante
palabras, ante sonidos. Lo interesante es como nos orientamos, el sentido de
nuestra vida, nuestro proyecto, cómo vivimos la jornada diaria y hacia dónde
queremos ir, en lo que nos falta por vivir.
2. La vida de la edad dorada o rosada: Son
los dos colores “de buena intención” con que se “pinta” la tercera edad. “Ni lo
uno ni lo otro, sino todo lo contrario”, el chiste se aplica. No nos ayuden
tanto. Estamos en el tiempo de los llamados tristes porque murió alguien de
nuestra generación, los años en que vamos al médico con mucha frecuencia y
necesitamos hablar de nuestras dolencias, el tiempo en que, con seguridad,
tenemos menos dinero, menos ofertas de trabajo, más soledad... Sí, podemos
sonreír, comprensivos, ante los cuentos edificantes sobre los años dorados y
los días rosados, del “paraíso” de los mayores.
3. Hay,
por supuesto, el otro cuento, el del tiempo gris, el de los años negros, el del ahora “somos nada”, puros problemas,
molestias para los otros y para nosotros mismos. No, el dolor, la incomprensión
las limitaciones, son parte de lo humano.
La tercera edad es el tiempo en
que más podemos entenderlo y hacerlo comprender a los otros. Lo demás es vivir
una vida chata, incompleta, el cuento de que el ser humano es una especie de
Dios.
4. El
cuento de la equivalencia entre tercera edad y enfermedad o problemas es el
medio del gran encubrimiento, de las
capacidades, de la salud de la tercera edad. Es el más peligroso de los
cuentos, el encubrimiento, el cerrar los ojos, el mentir para no dejar
constancia del aporte positivo de la tercera edad, la experiencia. Lo que nos
permite comprender a los otros. Somos, a lo mejor, más lentos, con menos
memoria para hechos recientes, nos cansamos más, pero, a lo largo de la vida,
equivocándonos o acertando, hemos ido teniendo un desarrollo como personas.
Ganamos en amplitud, en capacidad de poner distancia, en experiencia. En el
fondo de las tareas humanas está la lucha por la madurez. En la tercera edad,
ella toma la forma de una tensión, una necesidad de definir entre quedarse con
la experiencia o sumirse en los cuentos.
5. Abrirse
a la experiencia es entrar a poder disfrutar de un regalo, de un tesoro, de la
posibilidad de acceso a la sabiduría
de los adultos mayores.
Aquí
tenemos el más importante de los cuentos en su doble versión, la sabiduría
olvidada, oculta, y la del otro cuento, la sabiduría está al alcance de la
mano, viene sola.
La
sabiduría, el más grande y antiguo de los cuentos es, también, la gran verdad.
La
sabiduría es posible, pero exige una dirección, la preocupación por el
perfeccionamiento, darnos tiempo para desarrollarnos. Sí, crecer como persona
en la vejez.
Es difícil
decirlo, en base a la experiencia adquirida, por encima de las palabras y su
condición de verdaderos imanes de los afectos, asumiendo lo rosado y lo gris de
cada día, se trata de aceptar la condición humana. De hacerse cargo de cómo
somos los humanos y cual es nuestra diferencia con los demás seres.
Sí, la
condición humana no es sólo el sonido de dos palabras, no es otro cuento. No es
sólo ser la Juana o ser el Juan, es ser miembros de una especie, de una
condición. Somos los humanos, los seres que tenemos conciencia, los nietos de
nietos de nietos de la aventura del universo iniciada hacia quince mil millones
de años, somos una parte de la vida. La que conocemos en nuestra tierra, de
unos cuatro mil millones de años de duración, la parte conciente, nueva, la que
ha transformado el mundo, la que puede destruirlo o engrandecerlo, la
responsable, ahora, de la suerte de la vida.
Cada ser
humano “cuenta”, cada persona de la tercera edad, al hacerse cargo de la
situación humana, cada uno desde su lugar, su grupo, su familia, sus contactos,
puede ayudar a que este ser que “cuenta”, que es tan valioso, no se “cuente
cuentos” y aproveche sus experiencias para mejorar la vida.
La
sabiduría es una oportunidad, un tesoro escondido debajo de los cuentos. No hay
que manosearla ni convertirla en un cuento más. Podemos vivirla, somos
huéspedes de la vida, estamos aquí, no sabemos bien por qué, pero se nos ofrece
la posibilidad de ayudar a las dueñas de casa, la naturaleza. Dios, no
discutamos sobre palabras, sigamos nuestra conciencia. Hay un principio grande
de nuestra conciencia, todos somos valiosos, los otros y nosotros, yo y los
otros. Cuando somos jóvenes nos cuesta ser fieles a esa orientación, estamos
sumidos en “nuestra vida”, en la tercera edad, encontrando la forma de
aprovechar la experiencia, podemos juntar, integrar, la vida y nuestra vida.
Somos nosotros mismos y somos parte
de algo más grande, nuestra familia, los otros, todos los otros, la vida.
Sabiduría
es des – apegarse, saber que somos más que nosotros mismos, somos nuestra
historia y somos la historia de los otros. Sabiduría para, al mismo tiempo,
usar nuestras capacidades, a pesar de los dolores y los límites,
comprometernos. Es la gran alianza para salir de los cuentos, des – apegarse y
comprometerse, para con nuestra vida, mejorar la vida.
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