domingo, 24 de abril de 2011

Alicia, el sabio y la magia

Alici, el Sabio y la Magia

Alicia subía la montaña. . Necesitaba recrear, sentir, enraizar la comunicación, el mensaje de fondo , la conducta inmediata derivada de la conversación con el Planeta de Antonio. ¿Por qué ella se equivocó de camino ? ¿ Cómo se podría elegir el espacio de encuentro de los amigos?
Sentía su cuerpo El aire era puro, frío como una verdad cortante de tan certera. Como la voz del pequeño planeta.
De súbito lo vió. Altas las orejas, celeste los ojos, la observaba, amable, el conejo rosado. Sí, no era el conejo blanco, este era no sólo de otro color, sino que parecía lejos de la tensión, el apuro, lo inabordable del conejo blanco Ella lo sentía cercano, amable, comunicado, disponible...
Se entendieron. No sabemos cómo , pero el conejo rosado empezó a caminar por una senda que se iba abriendo sola a su paso... y ella lo siguió, sin vacilaciones, como si se tratara de confiar en un conocido de siempre, lejos de sentirse en un nuevo sueño.
Tengo un invitado que desea conocerte , dijo él, también con la naturalidad de un versado en la comunicación humano. La nieve , a pocos metros sobre ellos , parecía tranquila , expectante. Un cóndor voló por encima , lento, como observando con atención. El conejo rosado le hizo un leve y muy correcto gesto de saludo y el ave prosiguió su ruta , moviendo las alas como un aviador alegre, juguetón y amistoso. Tengo un invitado que desea hablar contigo, insistió el conejo . Ella vió como la boca de una madriguera se ensanchaba, se adaptaba a su cuerpo, tomaba la forma familiar de una puerta hospitalaria. El conejo la precedió en el entrar a una habitación en que reinaba una temperatura agradable y parecía presidir una figura... que ella reconoció de inmediato . Eres el ser sabio , le dijo. Sí dijo él , una-uno de ellos, el tuyo... El conejo rosado ofreció un té de zanahoria que Alicia y el ser sabio agradecieron, haciendo referencia a la amabilidad del dueño de casa . Los dos sonrieron y el conejo rosado, haciendo un guiño a Alicia, desapareció en la sonrisa de ella , reapareció de inmediato para volver a desaparecer en la varita mágica que el ser de sabiduría había dejado al lado del paraguas del dueño de casa. Esa no es la magia, dijo el ser sabio , como siguiendo su pensamiento. La magia es el regalo de existir, la montaña, los conejos, los cóndores, los humanos, el tiempo, lo que el sol le aporta a la tierra, el que nazcan los niños, el que existan planetas grandes y chicos… Ella agradeció el regalo del recuerdo del gran regalo . Estaba ya más preparada para asimilar la conversación con el Planeta de Antonio. Miró al ser sabio y le preguntó : Perdón, pero ,me he llenado de una familia nueva: Antonio es como un hermano, la Rosa, en cierto modo ,también, su planeta es como un tío, el conejo rosado es un nuevo amigo…tú…qué relación tenemos entre nosotros...
La mirada del ser sabio le era familiar, absolutamente familiar. No le desconcertó demasiado cuando le contestó , con su propia voz, la voz inconfundible de Alcia, soy tu misma, tu ser sabio…
Tras esas palabras Alicia , se encontró sola, fuera de la casa madriguera, escuchando al conejo rosado decirle: Están presentados, de ti depende mantener la cercanía
El aire era puro .Le agradaba sentir el crujir de la nieve mientras daba sus pasos b ajando la montaña. Durante un trecho la acompañaron, muy hermanables, un conejo blanco y un conejo rosado.

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